que tal? bueno para los que son nuevos en mi blog, queria darles la bienvenida a mi jardin, y tambien queria presentarles esta historia que aunque esta al borde de su final nunca es tarde para empezar a leerla.
quisiera que me dejaran algunos comentarios para saber si les gusto o no.
bueno, que lo disfruten! (:
Era una mañana hermosa, tranquila y diría que muy corriente para ser un día tan importante. Nos habían permitido darle una vuelta a la parte del cielo en la que nos encontrábamos; mis ansias por saber cómo era ese lugar al fin serían apaciguadas.
El Arcángel Miguel nos fue a buscar a la habitación en la que había permanecido descansando durante dos días seguidos, su pequeño cuerpo y sus ojos multicolores me trajeron de vuelta varios recuerdos. En todos ellos se encontraba latente la imagen de Bart.
Lucien, Amethyst y Miguel se conocieron y debo decir que entre esos tres surgió una amistad inmediata, es decir, hasta el Arcángel le puso apodo a Amethyst: Amy.
Me gustaba mucho el nuevo apodo y ahora aprovechaba cada ocasión para llamarla de esa manera. A ella tampoco le desagradaba y yo incluí en ese sentimiento la idea de que “Amethyst” se lo habían puesto Mitz y Nith al nacer, por lo tanto un cambio no le vendría nada mal.
Uriel nos había visitado para traerme ropa nueva con la cual poder dar el paseo y Lucien y Amy no se quedaron atrás. Estos también recibieron ropa limpia. Aunque no imaginaba de donde pudieron haber sacado ropa de una talla tan pequeña. Pero luego me pegué la frente mentalmente, ellos eran arcángeles, claro que podían aparecer ropa así como así.
De esa hipótesis surgió también la respuesta de cómo mágicamente en el cielo había comida para alimentarme, y no solo era comida sino que era la comida más endemoniadamente deliciosa que había probado en mi vida. Lucien y Amy también se dieron el gusto de comer un poco, pero me di cuenta que sus rostros con cada bocanada se mantenían neutros, como si les diese igual como supiera.
Con respecto a mi herida, estaba sanando muy bien, diría que inusualmente bien. Amy insistía en que siguiera usando una venda y que los puntos tenían que quedarse aún cuando la herida se estaba serrando aun más rápido de lo esperado.
El Arcángel Miguel nos acompaño a la salida, guiándonos por escaleras mágicas flotantes y puertas misteriosas hasta que finalmente llegamos a un ascensor plateado. Nos dijo que el ascensor conducía al exterior de la mansión.
No podía ocultar la emoción de conocer el Cielo al fin. Lo único que había visto era el lugar donde me habían encerrado Mitz y Nith.
Me recorrió un escalofrío por la espalda, pensando de nuevo en esos momentos y en esos recuerdos… no sabía si llamarlos de ese modo o mas como… ¿visiones? ¿Apariciones? no sé, no tenía idea de que había sido aquello que me había devuelto la imagen de mis padres.
Ellos se mostraron ante mí una última vez para despedirse de la manera correcta, al menos eso era lo que había concluido luego de mucho pensar, y también por supuesto para entregarme la verdad de todo lo que había sucedido hace once años al nacer.
Sacudí las lagrimas con un rápido movimiento de cabeza, todo estaba bien ahora… solo tenía que convertirme en ángel y salvar a Bart para que mi historia estuviera completa.
Al menos eso era lo que ingenuamente pensaba.
Aun no me olvidaba de mi abuelo encarcelada. Aun la quería de vuelta, y no sabía si en mi estado angelical pudiera lograr eso.
Tenía aun tanto que aprender de este mundo que me parecía de alguna manera emocionante.
Despojándome de todos estos pensamientos, ante nosotros una escena impresionante se manifestaba. Apreté las manos de Lucien y Amy a mis costados. Ellos se mantenían centrados aunque sabía muy bien que era lo que ellos estaban pensando en este preciso momento, justo lo que yo.
Un clic sonó en mi mente cuando la voz de Miguel se dejó escuchar a nuestras espaldas.
-pueden caminar por todos los caminos que vean disponible, pueden conocer a todos los ángeles que deseen, pero no crucen el puente que queda más allá de la plaza de la fuente, la plaza Aredna-
Iba a preguntar por qué, pero la vocecilla curiosa de Lucien se me adelanto.
-¿Por qué?
Todos esperábamos expectantes la respuesta de miguel, y al fin luego de un silencio incomodo en el que me dedique en registrar su rostro, el respondió.
-solo no lo hagan, Ángeles oscuros viven de ese lado del cielo- los tres asentimos, consientes de que esas habían sido las palabras más rudas y secas que había mencionado Miguel desde que lo conocimos. Para romper la nueva incomodidad que se formó en el ambiente, miguel volvió a hablar, esta vez con una sonrisa de oreja a oreja, como queriendo borrar la mirada perdida que todos habíamos visto en sus ojos. –de todos modos, no se tarden mucho, el Arcángel Uriel está muy emocionada con tu traje Sophie, y con los de ustedes, Lucien y Amy- sonrió a ésta ultima quien abrazaba el brazo de su hermano con algo de miedo en sus ojos, pero la sonrisa de miguel pareció suavizar ese temor.
-estaremos aquí en cuanto podamos, no te preocupes- le dije sonriendo.
-no lo hare- el también sonrió, sintiendo como en el viento se mantenían las palabras de miguel “ángeles oscuros viven de ese lado del cielo” debería ser muy malo si él estaba tan preocupado.
Había peligro si cruzábamos el puente, eso era lo que él nos había dado a entender. Y por alguna extraña razón, el saber que había peligro, me intrigaba de una manera escalofriante.
Miguel dio unos pasos atrás, instalándose nuevamente en el interior del ascensor, luego con una mano levantada en señal de despedida permitió que las puertas se serraran.
Nos dimos el lujo de mirar alrededor. Por delante de nosotros teníamos todo una ciudad con tiendas, casas y parques.
Todo estaba lleno de color, exceptuando las casas que se mantenían blancas. Pero las tiendas cambiaban de gamas al gusto y los parques estaban cubiertos por nubes en lugar de césped.
Era como si estuviese viendo cualquier pueblo humano excepto porque todos los habitantes de éste eran ángeles. Sonreí ante la idea.
Entre el pueblo y nosotros había unas grandes escaleras que enseguida relacione con las escaleras de Potemkim en Ucrania. Solo había visto una fotografía sobre ellas, pero eran tan grandes como estas.
Bajamos juntos hasta llegar al final.
Note como todos se nos quedaron mirando con sonrisas bellas y angelicales adosadas a sus rostros, como consecuencia las mejillas me ardieron de vergüenza.
Caminamos sin prestar atención, y a medida que pasaba el tiempo, las miradas empotradas en mi espalda iban desapareciendo gradualmente. Comenzaba a sentirme cómoda y a disfrutar el momento que nos habían concedido los arcángeles.
Recorrimos las tiendas que nos encontramos en caminos al azahar. Pude notar que no había cosas concretas que se vendieran en cada tienda, solo vestimentas de colores claros y motivos pacíficos.
El en cielo, la sensación de seguridad que tenía era mágica, casi imposible.
La felicidad que me inundaba, a pesar de saber en el estado en que se encontraba Bart, era inmensa. Por más que me avergonzaba que me miraran constantemente era imposible no dejarse llevar por las sonrisas que me cubrían.
Era el cielo después de todo. Según lo que escuchaba en la tierra, el cielo era un espacio para que las almas en paz se reunieran y vivieran una vida eterna y feliz.
Y era cierto, aquí delante de mis ojos tenia la prueba de todo eso.
A mi alrededor, ángeles de todo tipo se agrupaban, desde caras asiáticas hasta africanas, todos se encontraban felices de compartir un mismo espacio vital.
Curioseando me di cuenta que entre la multitud habían otro tipo de ángeles que al igual que los demás, disfrutaban de un momento agradable. Pero ellos eran diferentes. Sus rostros, todos eran iguales, piel blanca mejillas ligeramente rosadas y ojos azul blancuzco.
Ellos compartían un gran parecido con Bart, aunque no podía decir exactamente lo que eran. “Preguntaría sobre eso después” me dije.
Entonces lo sentí.
Como una ráfaga escalofriante que se infiltraba en cada articulación de mi cuerpo. Una mirada se apoyaba en mi espalda.
Me di la vuelta, esperando ver el rostro familiar de alguno de los arcángeles. Pero nada había allí.
Solo un montón de rostros sonrientes.
-¿Qué sucede Sophie?- Amy había alcanzado mi brazo y me tomaba con preocupación del codo.
-ustedes… ¿no sintieron nada?-
-¿Cómo qué?- pregunto Lucien.
-como… como si alguien nos mirara-
Ambos estallaron en una armónica carcajada, embriagados con el dulce ambiente del cielo.
-hay muchos ángeles que nos están mirando Sophie- me explico Amy. Y aunque sabía que era cierto, no podía evitar sentirme agitada.
Seguimos caminando. Música instrumental sonaba en algún lugar y algunas parejas de ángeles bailaron un vals.
Se me estrujo el corazón al reconocer la misma sensación electrizante sobre mis hombros.
Esta vez pude sentirlo con más claridad, sentía que había alguien diferente de ese ambiente a mis espaldas. Pero los demás lo notarían ¿no es así? Todos los ángeles a mi alrededor se darían cuenta que algo está mal… ¿verdad?
Más parejas se agruparon para bailar y fue cuando sentí un brazo fuerte alrededor de mi cintura.
Sostenía firmemente mi cuerpo con solo una mano aplicando la fuerza suficiente para darme vuelta. Mis dorados cabellos salpicaron el aire y ahí delante de mí este hombre de ojos azul oscuro lanzaba una sonrisa torcida en mi dirección.
Abrí la boca para decir algo, quejarme o defenderme, pero él levanto un dedo en el aire.
-¿me concede esta pieza señorita?- el sonrió con arrogancia. Sus manos se posicionaron en mis caderas tan perfectamente que apenas fuí consciente de lo que me decía.
-no, gracias. Debo irme- replique cortante.
Me aparte de él y mire a mis lados en busca de dos personitas de cabellos rojizos.
Lucien y Amethyst no estaban conmigo.
Busque desesperada mientras evitaba pensar en el hombre parado a unos cuantos centímetros de mí.
-Lucien… Amethyst- dije asustada.
-ellos están bien, solo cálmate ¿sí?- sus manos habían encontrado mis hombros, apretándolos con delicadeza. Pero aun así… no quería estar cerca de él…
-¿me has estado siguiendo?-
-sí-
-¿Por qué?- quise saber. Sus ojos azul oscuro parecieron aclararse súbitamente.
Cuando pensé que de sus perfectos labios saldría una respuesta, todo lo que recibí fue un encogimiento de hombros.
-cosas-
Abrí mi boca en un gesto claro de sorpresa. ¿Era en serio lo que me estaba diciendo?
-ven, necesito hablar contigo- me tomó de la mano y se arrastro conmigo pegada a su costado por medio de las intransitables calles.
-suéltame, ¿A dónde me llevas? Debes dejarme ir, alguien te descubrirá y entonces estarás acabado- grité por encima de la suave música que flotaba en el ambiente, pero él no pareció afectarle mis palabras.
-eres escandalosa- ni siquiera me dirigió la mirada durante esa última frase. Solo una sonrisa surco su rostro y entonces me di cuenta que mis reacciones le divertían. Como si fuera una especie de payasito que va por ahí entreteniendo a chicos como él. Arrogante, fanfarrón, odioso y… tan misterioso.
Llegamos a un apartado en algún lugar del pueblo que había visto en lo alto de las escaleras.
Era una plaza circular rodeada por casas blancas y en el centro una fuente tallada con las caras de lo que supuse eran los siete arcángeles se mantenía escupiendo agua escarchada y colorida.
Me quede mirando la fuente atontada y por un momento olvide lo que estaba ocurriendo.
Mire alrededor.
Ni un alma cruzaba ese lugar a pesar de lo concurridas que estaban las calles del pueblo.
-está bien. ¿Qué quieres?- me cruce de brazos y evite su mirada.
Sentí como avanzaba unos pasos hacia mí. Yo me puse tensa, clavando mis uñas en la carne de mis brazos.
Su mano se levanto y toco mi rostro con un dedo, dibujando una línea a lo largo de mi barbilla hasta desvanecer el contacto.
-solo soy un enviado-
-¿de quién?-
-oh no, eso aun no puedo decírtelo-
-¿Por qué no? Me trajiste aquí para hablar ¿no es así?-
-paciencia Sophie, todo a su tiempo-
Mis ojos se abrieron de la sorpresa, mire sus impresionantes ojos azules.
-¿Cómo sabes mi nombre?-
-se muchas otras cosas sobre ti, pero eso no es el tema. Escucha con mucha atención- solté un bufido sintiendo como las uñas causaban un daño severo en mi piel, pero era lo menos que podía hacer, sabía que si no me desquitaba saldría gritando como una niñita y en cierto modo, me interesaba lo que tenía que decir este extraño.
Levante una mano con la palma extendida y la puse entre él y yo.
-un momento… antes de nada. Quisiera saber tu nombre-
-tu si que complicas las cosas- se paso una mano por los cabellos, alborotando su dorada melena de rizos semi formados. –Soy Gabriel- ronroneó luego de un prolongado suspiro de exasperación.
-bueno Gabriel, ¿qué quieres decirme?- una línea de tensión se dibujo en su frente, me di cuenta que le molestaba terriblemente el que yo le hablara de esa forma cuando el parecía estar tan agitado.
-no debes salvar a tu Guardián de lo que le está ocurriendo- solté mis manos y las deje colgando a los lados.
-¿Por qué? Y ¿cómo sabes que era lo que pretendía hacer?-
-como ya te dije, se muchas cosas acerca de ti- el me miro con unos ojos inquisitivos, miraba a través de mi alma y estaba segura que podía ver todo lo que pensaba, estaba segura que en ese preciso momento toda mi vida había sido revelada a un perfecto extraño.
-esto es ridículo- solté, dispuesta a salir de su campo de visión. Pero el no me lo hizo tan fácil.
Tomó mi mano y con un corto jalón me tuvo rápidamente a su lado de nuevo.
-tienes que hacerme caso-
-¡no! Y de todos modos, ¿Por qué quieres que Bart muera?- el ya se encontraba negando con la cabeza.
-no quiero que muera, todo lo que nos preocupa eres tú-
-no hay riesgos, una vez que sea ángel seré lo suficientemente fuerte como para retener el poder del quinto elemento- replique furiosa mientras me ponía ambas manos en su pecho y lo apartaba de mi.
-eso no lo sabes-
-sí, si lo sé-
-¿Cómo?- quería decirle que había organizado una investigación entera sobre el asunto, una investigación que duro años. Pero era mentira, la única confirmación que tenía era la que Amy me había dado, y por más que quería negarlo, no sabía si Amy tenía toda la razón en el asunto o no.
-ahí está, no lo sabes-
-solo… déjame en paz- volví a darme la vuelta sintiendo como lagrimas ardían detrás de mis ojos. La frustración de que Gabriel tuviera razón era demasiada.
-Sophie, si tú mueres, el quinto elemento se destruirá automáticamente y si eso ocurre, el balance que se ha establecido en la tierra será un caos- solté un suspiro largo y prolongado. El no me haría esto, yo no renunciaría a Bart. Le prometí que lo salvaría, le prometí que todo estaría bien.
-sabes que no puedes arriesgar el planeta solo por un capricho tuyo- me di la vuelta con los ojos rebosantes de lagrimas. Lo mire detenidamente, analizando sus palabras.
-¿Cómo es que los arcángeles no me han dicho nada aun?- musite con un nudo en la garganta.
Por un segundo vi como un destello de… algo pasaba por sus ojos. Pero no pude reconocer que era.
De repente su cuerpo se agito, con asombro vi como de su espalda dos mantos se estiraban a sus costados, cada uno era tan largo como el otro.
-son… alas-
Una de sus manos voló a una de sus alas para arrancar una pluma.
La sostuvo entre él y yo por un segundo y luego se acerco para tomar mi mano y abrir mi puño. Allí en mi palma deposito esa delicada pluma blanca.
-no dejes que nadie más la toque, solo tú puedes hacerlo-
-¡Sophie!- alguien me llamaba. Era lo voz chillona de Lucien.
Me di la vuelta justo para atraparlo saliendo de una de las ruidosas calles en la que estaba metido. Detrás de él, Amy se encontraba corriendo con una expresión preocupada en su rostro.
-aquí estas- dijo deteniéndose a unos pasos de mi.
-¿en donde se metieron ustedes dos?-
-la pregunta es, ¿dónde te metiste tu? En un segundo estabas con nosotros y al siguiente ya no- Amy parecía haber estado desesperada. Sus cabellos rojizos se encontraban desparramados por todo su rostro.
-estaba con él- señale por encima de mi hombro a Gabriel.
-¿Quién?- Lucien parecía confundido. Me di la vuelta rápidamente para encontrarme con… nada. El se había ido.
Apreté la pluma en una mano y la lleve a mi corazón, estrujándola contra la suave tela de mi vestido.
-hay que volver, ya es tarde- Amy se había apresurado en decir, pero Lucien miro a su alrededor.
-esta es...- replico dejándose maravillar por la belleza de la plaza circular.
-¿esta es qué?- pregunte curiosa, miré la fuente en el centro y entonces lo recordé.
-la plaza Aredna- vociferamos todos al mismo tiempo.
Si nos encontrábamos en la plaza Aredna, eso significaba que el puente estaría cerca.
La imagen de Gabriel se le vino a la mente.
¿Sera posible que él fuera un ángel oscuro? Tenía sentido. Estábamos muy cerca del puente y Gabriel fácilmente lo pudo haber cruzado para llegar hasta mí.
Pero si fue así, si era un ángel oscuro, entonces porque ninguno de los ángeles pacíficos que se encontraban en el pueblo se habían percatado de su presencia oscura.
Sea lo que sea, no confiaba en Gabriel. Y por supuesto no le haría caso, ¿Quién se creía que era para venir aquí y decirme que no podía salvar a Bart?
“Sophie, si tu mueres, el quinto elemento se destruirá automáticamente y si eso ocurre, el balance que se ha establecido en la tierra será un caos”
Esas habían sido sus palabras. Pero algo me decía que no podía confiar en lo que me dijo.
Decidí entonces continuar con mi plan y fingir que el nunca había aparecido. Aunque…
Apreté la pluma aun más contra mi pecho.
El me había dejado esta pluma ¿para qué? ¿Por qué? No lo sabía.
Al terminar de apreciar la plaza Aredna, Lucien y Amy me tomaron de las manos y juntos emprendimos la marcha de vuelta a la mansión de los arcángeles.
OH DEMONIOS! hhahahah
ResponderEliminarquien es Gabriel y porque carajos intenta convencer a sophie de dejar morir a bart! quien se cree>! es un idiota!
hahah lo siento amiga, lo que ocurre es que amo demasiado a mi querido angel como para dejar que alguien le haga algo malo o simplemente lo deje morir!
aaawns, esta historia ya se acaba :( en verdad voy a extranar a los personajes!
un beso guapa, espero el proximo capi con ansias y espero que puedas subir pronto!
att
withney
esta historia me va a gustar, me gusta todo lo q tenga q ver con angeles y esas cosas, donde encuentro los primeros capis???
ResponderEliminaraaaaaaah!! DAMN!
ResponderEliminarNo sé por qué Gabriel me da mala espina, pero a la vez quiero pensar que intenta ayudarla de alguna manera.
Hum! Dificil decisión.
xD
Perdona por no haber leído antes, Risa! Acabo de entrar a la escuela y me bombardearon con kilos y kilos de tarea D:
Pero ya me di tiempo y en verdad valió la pena.
Ohh, cielos! Ya casi leeré el final!!
hahahaha
Seguiré leyendo, no importa que aquí sea la 1:29 de la mañana n____n
Saludos y un abrazo pandoso! :3
Atzi