sábado, 26 de febrero de 2011

capitulo 9: Bart

hola chica/os al fin hoy les vengo a traer un nuevo capitulo de SLG.
me disculpo, porque se que me he tardado, y ademas no he participado mucho en el mundo bloggero, pero en estos momentos estoy teniendo el sin fin de problemas, de esos que no te dejan dormir y que te agotan mucho, bueno exactamente asi estoy ahora.

este nuevo capi es un poco corto, bueno talvez no para ustedes, pero en lo personal queria que se alrgara un poco, pero mi impaciencia me llevo a montarlo asi. jajaja

espero poder saber si les gusto, y si no se confunden o algo asi. cualquier duda me la hacen saber.
los quiero mucho!



Un dolor agudo se instalo en mi pecho, ahí donde se suponía que debía latir mi corazón.

El tiempo se me acortaba, pero debía permanecer aquí por ahora. Brasil era el lugar perfecto para mi recuperación.

Cada vez que pensaba en ella, el corazón se me estrujaba y me impedía respirar. ¿Qué estaría haciendo en estos momentos?

La última vez que la vi fue en aquella cínica tienda, donde me había ordenado que me adelantara mientras ella revisaba los retazos de mi mente pasada. Había visto todos esos vestidos, los había tocado cuando se encontraban con sus verdaderas dueñas y por eso decidí no permanecer por mucho tiempo mas, viendo como todos esos recuerdos perdidos se aproximaban para hacerme daño.

Luego de haberla dejado en la tienda, me adentre en las profundidades de las calles colombianas que quedaban de mis recuerdos. Casi podía sentir los momentos que pase en esos lugares. Los podía escuchar y oler. Pero ya no podía detenerme a pensar en el pasado, solo en lo que se avecinaba para un futuro.

Fue ahí cuando de repente el mismo dolor que estaba sintiendo en este momento pero un poco más fuerte y más prolongado, me atacó y me tumbo al suelo pedregoso. Donde me quedé aguantándome el estomago hasta que unas manos fuertes me sostuvieron de los hombros y me ayudaron a levantarme para luego, gimiendo y cojeando como un perrito asustado, regresar a la Tierra donde me esperaba la casa de mi mejor amigo. Raphael. Bueno, el arcángel Raphael.

Lo conocí cuando aquel ángel hace mucho tiempo me dono sus poderes. El fue el que me mantuvo al margen, entre la vida y la muerte, y todavía aun sigue buscando una cura para lo que me sucede.

Raphael me había estado cuidando desde entonces. Hace dos días que me mantiene pegado a una cama, dándome por vía intravenosa medicinas que el mismo había preparado. Confiaba en el, después de todo, el era el mejor curandero, doctor o chaman que pueda existir en toda la extensión terrestre.

Recordé que una vez, estando con él, me puse a mirar una pequeña fotografía de Sophie, en la que aparecía sonriente, como ella es, y con sus largos cabellos bañados en oro, ondeando al viento.

Se veía hermosa y más adulta de lo normal, pero sus ojos expresaban cuan niña en el fondo, todavía era. Raphael me pregunto que porque no le decía de una vez que mi tiempo como su ángel guardián se estaba acabando… para siempre. Y yo no supe que responderle.


De vuelta al presente, me encontraba más preocupado de lo normal.

Sentía algo en el ambiente, que me inquietaba y me erizaba los vellos de la espalda.

Si quería salir de aquí sin que Raphael lo notara tenía que moverme rápido. Por eso tomé mis cosas que hacía ya dos días que se encontraban atrapando polvo encima de la cabecera de la cama y me prepare para comenzar una oración de teletransporte.

venti a septentrionibus, veni da mihi donum fac travel.
South Kings opes mihi fortuna mihi itineris.
Exaudi oration….”


Antes de poder terminarla, la ronca voz de mi querido amigo, ese que no quería ver en este momento, invadió la habitación. Descontrolando por un momento el ulular de las palabras en el viento.

-dios mío Bartholomew, ¿Qué pensabas hacer?- lo vi pararse en la puerta con una expresión angustiante. Luego caminó en línea recta hacia mí. Sus manos sostuvieron mis hombros e hicieron voltearme bruscamente, pero no sentí dolor con ese movimiento, aunque sabía que si yo hubiese sido el causante, me hubiese dolido como los mil demonios.

-olvídalo- dije tumbándome en la cama de nuevo.

-se que quieres volver. Pero si no te has recuperado del todo, lo único que lograras será causarle un mal rato a sophie- me dijo mientras volvía a buscar las venas en mi brazo para inyectar la aguja por donde pasarían los medicamentos exclusivos.

-es que no entiendes, esto… es diferente, es como si sintiera que algo horrible sucederá pronto y puedo evitarlo si tan solo me dieras la oportunidad de…-

-no te irás, Bartholomew- replico desafiante.

-pero…-

-ya dije que no- repitió y luego dio media vuelta hasta centrarse en el medio de la habitación.

-no lo hagas…- suplique.

-tengo que hacerlo, es por tu bien- dicho esto, sus manos se juntaron y de sus labios salió una oración que yo conocía aunque nunca pude poner en práctica. Era la oración para invocar la protección de los ángeles guerreros.

Estos eran agresivos, eran los que luchaban junto con los buenos para acabar con los malos, se encontraban siempre protegidos por unas armaduras de hierro blanco y unas espadas en forma de rayo. En el mundo humano podían llamarse policías.

-¿Qué pasaría si te dijera que si no me dejas ir en este momento no solo a Sophie le su-sucedería algo malo, sino que también al resto de la raza humana?- mis palabras lo hicieron detenerse, y así cerró los ojos y medito un momento el asunto.

-tendría entonces que darte una dosis muy fuerte de intracbudim-

-ese es el medicamento que…-

-si… es el nuevo, aun no está probado por completo pero… se que tu lo resistirás. Aun así hay unas condiciones que debes seguir- se retiro del circulo que había formado en el centro de la habitación y se dirigió a unas repisas que sostenían pequeños frascos con líquidos de colores adentro.

“–tienes que evitar acercarte al agua- dijo mientras tomaba el frasco de la primera fila y lo destapaba. –no puedes realizar mucho movimiento, porque si no, la medicina se convertirá en un veneno que absorberá tu cuerpo muy lenta y dolorosamente.- vertió el liquido fucsia fosforescente del frasco en un recipiente, luego busco otro frasco que contenía un liquido azul reluciente y lo vertió junto con el fucsia que juntos formaban un color purpura apagado.

“-evita ser tocado por magia de un ángel caído….estarías perdido si eso ocurre- vertió el liquido purpura en un frasco aparte y luego tomo la aguja conectada a mi brazo. –estoy confiando que esta medicina podría salvarte-

-y yo confío en que dure los suficiente como para proteger a Sophie de lo que sea que se avecine- soltó una sonrisa y luego me miro como lo hace un padre a su hijo, tal vez como lo hacia mi padre hace mucho tiempo.

-cuídate mucho joven enamorado, me hubiese gustado que el arcángel Chamuel no te hubiese metido en este lio del amorío, pero ya es muy tarde…-

Antes de que introdujera el líquido en mi brazo, exprese mi opinión acerca de su comentario.

-yo al contrario, estoy agradecido de enamorarme de sophie y no de alguien más. No me importa si ella no se preocupa en mirarme o en prestarme atención, estoy feliz mientras ella lo esté.- en ese momento sentí el liquido entrar por mis venas, hinchándolas y retorciéndolas.

El dolor del pecho empezaba a disminuir y hasta me pareció sentirme más fuerte y con más energía.

Oí como Raphael emitía una oración de teletransporte y sonreí.

-gracias…- le dije antes de ver una radiante luz con símbolos arábigos flotando en el aire.

Solo fue necesario un parpadear, para darme cuenta que la cama suave y mullida ahora había sido cambiada por tierra húmeda y putrefacta.

El aire puro se extendía a mi alrededor, provocándome a respirarlo con ganas.

Era de noche, la oscuridad se extendia por todo el bosque. Me pregunte porque sophie estaría en un lugar como este. Pero seguro pronto lo sabria.

Me trague la bilis que se habia acumulado en mi garganta después de mucho dormir y poco comer.

Fue ahí cuando un perfume femenino y delicado, rosó el ambiente, flotó y zigzagueo hasta llegar a mi.

Era el incomparable y siempre deseable perfume de sophie.

Segui ese aroma sin moverme del lugar en que me encontraba parado. Los ojos ya se me habían acostumbrado a la oscuridad, y ahora ya podía precisar detalles.

Lo primero que vi fue un tronco de forma cilíndrica pero que presentaba orificios en su superficie y parecía ser muy viejo, sobre el, una persona se encontraba durmiendo muy tranquilamente.

Pensé que se trataba de sophie, pero algo me hizo detener, y eso fue el darme cuenta de la llamarada de color que expedia el cabello de esa persona. Era rojizo, un rojizo muy fuerte.

Esos hilos rojos se esxtendian por su rostro, haciendo parecer que necesitaba un inmediato corte de pelo.

Solo se trataba de un pequeño niño, de unos notables seis o siete años.

Traia puesto el abrigo de sophie, y esto me hizo fijarme en el bulto de colores claros que se encontraba a los pies del tronco.

Sus cabellos dorados se encontraban desparramados por el suelo, enmugreciéndose por el contacto de esa tierra pestilente.

La mire con mas detenimiento, mientras me iba acercando a ella.

Sus labios se encontraban morados a causa del frio y sus brazos abrazaban su cuerpo para protegerlo, en vano, de unos temblores incontrolables.

No espere mucho mas y me quite la chaqueta que traia puesta, una de cuero que tenia un fondo abrigado y útil para estas ocasiones. Lo pase por los hombros desnudos de sophie y luego deposite un beso en su cabeza.

Volvi a mirar el cuerpo del niño que parecía estar bien con respecto a la temperatura del ambiente, diría que mas que bien se encontraba a gusto, durmiendo en un sueño profundo y agradable que le arrancaba una sonrisa de sus perfectos labios rojos carmesí.

Después preguntaría quien era. Por ahora, ya que me faltaba el sueño, decidi preparar un poco de comida y talvez ir por un poco de leña para armar una fogata.

Todo esto lo hice con calma, recordando las condiciones de Raphael.

Cuando el fuego estuvo listo, empece a hervir algunos vegetales que encontré cerca.

Sabia que el olor de la comida recién hecha despertaría a sophie. Sabia que abriría los ojos en cualquier momento.

Pero con lo que no contaba era que esa extraña sensación en mi estomago apareciera.

Era raro, como si tuviese mucha hambre cosa que no podía ser posible porque yo no me alimentaba. Al estar literalmente muerto es muy difícil que te gusten las cosas de los vivos.

Un escalofrio recorrió mi columna vertebral. Me estremeci y entonces me puse en guardia con un rápido movimiento que me peso en la conciencia por la condición de Raphael.

Nada habia cambiado en el bosque, ni si queira los animales se encontraban inquietos.

No sentía miedo, al contrario me sentía lleno de energía y de suspicacia. Podía oler esa presencia negra que invadía el bosque, casi podía sentir entre mis dedos las plumas de sus alas oscuras.

Me sentía como un verdadero angel, no uno a mitad de camino sino uno de verdad.

Desenvaine la espada que siempre llevaba en la empuñadura de hierro plateado amarrado a mi cinturón y la extendi en el aire esperando pacientemente a lo que sea que viniera por sophie.

La rara sensación en el estomago no habia cesado, sabia que no podía darle crédito a la presencia negra pues nunca me sentía de ese modo en estas situaciones, pero habia una diferencia entre esta situación y las demás y claramente era el hecho de que, por mis venas, una exótica y fulminante sustancia fluia.

Tengo que aceptar que por un momento el miedo me invadió, miedo a abandonarla, miedo a perderla, miedo a irme, miedo a morir, miedo a perder la oportunidad de seguir viendo esos ojos color verde. Pero no deje que me dominara. Ese momento en el que el miedo me domino, ese segundo en que estuvo presente en mi mente, me dio oportunidad de llenarme de adrenalina.

Sin embargo, la sensación en el estomago no habia terminado pues después de su humilde llegada amenazo con volverse mas fuerte, mucho mas fuerte y violento.

Mis rodillas temblaban por el dolor que todo mi cuerpo sentía. Aun asi tenia que seguir en pie.

-veo que vinimos en buen momento- una voz muy conocida me hablo desde atrás. Yo sabia quien era, solo que no le daba crédito a mis oídos por lo que oian. Era imposible, yo ya habia cumplido el pago con ellos. ¿Por qué seguían aquí?

-m-mitz- dije entrecortadamente. –¿Qué haces aquí?-

-querido amigo, bart, venimos por la chica-

Un switch sono en mi cerebro, como si todas mis corazondas ahora fueran ciertas. Me dirigi trastabillando hacia sophie, ella se habia cambiado de posición, se encontraba tan tranquila, tan bella y reluciente que me impulso a seguir aguantando el dolor.

-¿porque el apuro?- dijo otra voz diferente, era nith quien se habia adelantado y ahora se encontraba sentado al lado de sophie… acariciándole los cabellos, como si a el pertenecieran.

-quitale las manos de encima- dije mientras me lanzaba hacia el, ignorando por completo el dolor.

La espada que habia estado arrastrando por la tierra, se clavo en algo duro y por un momento pensé que eso habia sido el cuerpo de nith pero me equivoque, era el tronco donde se encontraba durmiendo el niño pelirrojo.

Mientras tanto mi cuerpo aterrizo en un espacio que se habia formado entre el tronco y la tierra.

Me aguante la cabeza con pesadez, y luego arranque la espada del tronco para rápidamente voltearme. De repente, todos se habían ido.

Mitz y nith se fugaron con el viento, llevándose con ellos el dormido cuerpo de sophie.

Me quede ahí, en shock mientras me decía que lo que estaba pasando no era cierto.

No podía ser cierto…

-sophie!- grité con un último aliento que quedaba en mis pulmones.

Antes de caer, y cerrar los ojos, lo último que vi fue un destello rojo. Luego no pude precisar nada más.
PD: Mitz y nith son los que aparecieron en el capitulo 6: iguales - primera parte

jueves, 10 de febrero de 2011

relato-febrero rosa

curar nuestro amor


La luz matutina atravesaba ligeramente el ventanal de la habitación blanca. En ella, vi asomarse un nuevo día. Quizás el ultimo que tendría.

Escuche pasos y me enderece casi al instante para ver quién me visitaba.

Pero me arrepentí de haber hecho ese bruco movimiento.

Mis viejos huesos crujieron, lanzando puntadas de dolor por todo mi cuerpo.

Solté un gemido, y cerré los ojos con fuerza mientras me aguantaba el costado.

De inmediato unas fuertes manos se ciñeron a mi cintura. Su mano apreso la mía y pude oler una delicada colonia. Esa que había olido toda mi vida.

-despertaste muy pronto- me dijo con una sonrisa lastimera que ahogaba mis emociones. Antes de responder tosí un poco.

-hoy no llueve- dije mientras miraba la ventana volviendo a formar la sonrisa anterior, esta vez con más potencia.

-lo sé, es un día hermoso…- el también se dedico en mirar el reflejo del sol en la ventana. –Un día especial- sus ojos azules, ya apagados, se fijaron en los míos nuevamente –feliz día de San Valentín, mi vida-

Solté una risita ronca, tal y como en los viejos tiempos. Tome su rostro entre mis manos y fue ahí cuando me di cuenta de cuanta perfección había estado viviendo.

Tenía un marido atractivo, que me quería y me adoraba. Cinco hijos maravillosos, todos casados y con carreras exitosas.

¿Que mas podía pedir?

Fácil… quería vivir un poco más.

Era todo lo que pedía. Tan solo un poco más de tiempo para ver a mis nietos y quizás, si no era mucho pedir, morir como era debido junto a mi esposo.

Bese sus labios, pálidos por el insomnio sufrido con anterioridad. El me devolvió el beso.

Pero ya no era un beso normal… no, este beso cargaba la despedida.


Al terminar, el se separo primero, y por primera vez desde pequeños, mire caer una lagrima salada de sus ojos.

-no quiero que llores- dije mientras sentía como cada segundo me arrebataba un poco de fuerza.

Tomo mi espalda en sus manos y me recostó con delicadeza de vuelta en la almohada.

Sus lagrimas cayeron en mis mejillas, y se unieron con las mías.

-te amo… te amo… te amo…- sollozaba.

Yo, apenas con energía le daba pequeñas palmaditas en la espalda.

-yo también amor, yo también mi vida- susurre con voz entrecortada, esperando que él no notara el miedo en mi voz.

Poco a poco, mis parpados se fueron cerrando, y lo último que vi fue la luz de la mañana y esos ojos azules que tanto amaba.




Desperté en mi cama con el sudor recorriendo mi cuerpo y con lágrimas por todo mi rostro.

Toque mi piel y la sentí tersa y delicada, mi pelo seguía estando ahí, como siempre…

Salte de mi cama y corrí al piso de abajo.

Llegue a la puerta de entrada, palpándola con velocidad hasta encontrar la perilla. La puerta se abrió y ahí, delante de mí, esos juveniles ojos azules me miraron con sorpresa.

También había estado llorando, sus mejillas estaban rosadas al igual que sus labios.

No lo pensé más y dije lo que sentía.

-¡te amo!- el eco de nuestras voces resonó junto con el ulular de una lechuza.

Sonreí y él me imito.

-te amo…- susurro nuevamente acercándose un paso hacia mí.

Luego miro su reloj, y desde mi ángulo pude ver que la manecilla indicaba las doce en punto. Volvió a mirarme y con una sonrisa susurro.

-feliz día de San Valentín-

Otros dos pasos más bastaron para unirnos en un profundo beso. Que nunca, nunca jamás acabaría.

sin internet :(

hola!

vengo para decirles que talvez no publique hasta dentro de un rato. pues el internet lo tengo graaave, apenas puedo conectarme para avisarles sobre esto.


mientras tanto sguire escribiendo lo mas que pueda. y asi cuando tenga internet, monto todo lo que tengo preparado :)


los quiero a todos, y gracias por el apollo que me han dado. cada uno de ustedes son especiales.

los quieroo¡


hasta luegoo!!

lunes, 7 de febrero de 2011

mas alla de la corona: prologo.

aqui les vengo dejando una historia que hice hace mucho tiempo, y me parecio que seria muy interesante montarla para que la vieran. espero muchisisimo que les guste. porfavor dejenme su opinion. GRACIAS!


Cuenta una antigua leyenda, sobre un jardín por debajo de un castillo enorme.

El castillo de los Gilbert. Una familia noble a quienes todos los plebeyos atesoraban y veneraban

Lady Penélope Gilbert, era la segunda hija del duque Ronald Gilbert, un viejo soberano, cuyo único propósito en la vida era mantener a flote a su familia, y el de criar a sus diez hermosas e inteligentes hijas.

De todas estas jóvenes doncellas, su preferida era Penélope. Por eso muchas veces ella era la que presentaba los mejores vestidos bordados con lana de oro o adornados con diamantes, rubíes y esmeraldas.

No se trata sobre una leyenda acerca de lady Penélope sino de su sucesora que sería Tabatha Geldic Gilbert.

Cinco años después del nacimiento de la joven duquesa, lady Penélope falleció en un repentino accidente en el que dos carrozas chocaron y los caballos asustados salieron al galope arrastrando atrás el carruaje de lady p. meses después se encontró el carruaje a penas con forma y dentro un cadáver adornado con las mejores prendas, siendo comparadas con las pendras de una duquesa.

Todo el pueblo se encontraba desolado por la pérdida de una integrante tan especial, como lady Penélope. En especial la familia real entre ellos incluyendo a la pequeña Tabatha.

Su vida se vio envuelta en un remolino de vestidos hermosos, lujos, comida, fiestas, y todo lo que cualquier chica podría desear. Sus nueve tías la querían como a su propia hija y sus primos la mimaban como si de su hermana se tratase. Pero aun así con todo ese amor, Tabatha no se sentía feliz.

Los plebeyos venían con sus quejas al castillo para que se le fueran solucionados y todos esos regalos a cambio de la solución a sus problemas, eran simples bendiciones.

“serás igual que tu madre” le decían unos “hermosa, inteligente, fuerte y valiente”

Tabatha sabía que ella era hija de una persona muy importante pero no quería que se le fuera reconocida como un objeto que en cualquier momento reluciría con todo su esplendor.

Todo lo contrario quería ser tratada como una niña normal.

Era torpe. Una niña que siempre tropezaba con sus propios pies. Su mente se la pasaba en las nubes y no podía hacer nada bien. Pero, su abuelo –que era con la persona que vivía en el castillo donde su madre se había criado- le pagaba los estudios con un tutor privado, esperando ver una chispa de la inteligencia de su difunta hija. Todo, claro, en vano.

domingo, 6 de febrero de 2011

diploma del comcurso de relatos

adivinen!... mmmm siiii! al fin savanna ha podido terminar los diplomas de aquel lejano concurso en el que participe en diciembre y en el que tanto les pedi ayuda.
obtuve el 5TO LUGAR! jaja podria ser un poco muy lejano del primer lugar para algunos pero saben que? no me importa, tan solo el hecho de que hayan votado por mi, por encima de los demas fue totalmente suficiente.

les agradezco mucho! gracias por votar por mi!




no es hermoso? jajaj gracias chicas, se lucen.

sábado, 5 de febrero de 2011

capitulo 8: misteriosamente encantador.

jijijij al fin!!! lo ciento muchisisismo por hacerlos esperar tanto, y por un capitulo yan corto como este. pero es que he estado realmente muy ocupada con las clases y eso que no han comenzado los examenes :s
bueno como siempre espero que lo disfruten. DIGANLE NO AL PLAGIO. y me dejan sus coments a ver que les parecio. :)

PD: se van a encontrar con una estrellita roja, significa que al final del capi esta la explicacion de lo que ocurrio en ese especifico parrafo.

PDD: los personajes que aparezcan en este capi apareceran en la pestaña que dice PERSONAJES





Hablando toda la noche descubrí el nombre del chico. Bret Lovely. Le dije que era el apellido más interesante con el que me había cruzado pues significaba adorable en ingles. Me dijo que mi nombre era muy hermoso también.

Le dije que me había perdido mientras caminaba por la playa y que como la playa se encontraba muy provocativa y no tenía un traje de baño entonces decidí dejarme llevar. La mayoría era mentira pero si le decía la verdad estaba segura que huiría de mí en cuanto viese la oportunidad.

Me di cuenta en todo ese tiempo de que era lo que había sucedido.

Cuando cruce esa luz blanca al final del callejón, y cundo me deje guiar por Uriel, fue cuando pase del mundo surreal al real. Ahora me encontraba en mi ciudad natal pero… por alguna razón no me encontraba cerca de mi hogar, todo lo contrario, había “aterrizado” por así llamarlo en Higuerote un pequeño pueblo de Venezuela en donde la gente es amable y considerada pero apenas se encuentra poblada. Esta playa, llamada Caimancito, queda a unos quinientos kilómetros del pueblo más cercano.

Bret y su familia compuesta por su hermana menor Laura y su padre Austin, parecían estar acampando, como en un sublime escape del ruido y la contaminación.

Nuestra larga conversación abarco la mitad de las horas que me quedaban de sueño así que solo pude dormir unas tres horas.

Para cuando me desperté me di cuenta que Bret no me acompañaba. En lugar de su persona, una nota ocupaba su lugar vacio.

La tome entre mis manos mientras olía esa fragancia que llagaba hasta mi rostro, una dulce y masculina que me envolvió por completo.

La abrí y apenas pude entender esa rara letra, pero comprendí lo suficiente como para captar lo que expresaban sus palabras.




“querida Sophie:

Apenas puedo decir que te conozco, pero me caíste muy bien y la verdad quisiera seguir hablando contigo. Tal vez algún día pueda conocer todo acerca de ti.

Mi familia y yo estamos regresando a Miami que es de donde provengo.

No sabes cuánto espero poder volver a verte. Cuídate mucho.

Te quiere, tu amigo Bret L."




Esa dulce colonia todavía seguía adherida a mi rostro, mi nariz la aspiraba con desdén como si ahora ese fuese mi oxigeno. Mire hacia el camino que había sido abierto a propósito la noche pasada. Empecé a caminar mientras bostezaba y me desperezaba. El sueño me cerraba los ojos pero quise mantenerlos abiertos.

Solo me hizo falta caminar unos cuantos metros para darme cuenta de que ya había llegado al pequeño lugar donde horas antes la familia se encontraba alojada. La carpa todavía seguía armada en el centro de aquel claro. una fogata apagada y cenicienta se ubicaba justo donde recordaba haberla visto antes.

Pasee la mirada por ese verde lugar, dándome cuenta que nuevamente, me encontraba sola.

Desesperada Salí corriendo hacia otra dirección, una que no había tomado antes. Tal vez me encontraba adentrándome más en la espesura de la selva, pero no me importaba, ya nada me importaba.

-¡Bart!- un grito resonó en la distancia, clave mi voz en ese nombre que tanto extrañaba y lo llame con un grito doloroso y agonizante.

Mi voz resonó en la distancia, dividiéndose tres veces más hasta perderse. Me quede ahí parada, viendo como por mi grito los pajaritos revolotearon por encima de mi cabeza buscando una salida entre la vegetación. Cuando al fin se fueron me di cuenta que ahora había alejado de mi a los únicos seres que aunque indirectamente aun estaban acompañándome. Ahora sí que estaba sola.

Baje la mirada, dolida y asustada. Pero entonces una cosita se me cruzo en el camino.

La piedra roja, ese rubí que hace mucho tiempo atrás había vivido en mi interior, ahora se encontraba colgando de mi cuello.

Lo sostuve entre mis dedos, lo acaricie y lo observe.

-solo tú y yo- susurré mientras lo apretaba contra mi pecho. Debía protegerlo, no solo porque si me lo arrebataban el futuro del mundo sucumbiría en la catástrofe total, sino que también se lo debía a los arcángeles, era mi responsabilidad.

La piedrita comenzó a brillar. Al principio era un punto de luz que se formó en su interior pero luego, se fue expandiendo cada vez mas y mas hasta que lo abarco todo.

Extrañamente comencé a sentirme mareada, las cosas daban vueltas y no podía detenerlas.

Caí de rodillas, y ahí, en ese preciso momento mire hacia adelante dándome cuenta que una figura de flores empezaba a tomar forma. No era como si solo estuviese contenido por flores flotantes, más bien era como si las flores delinearan una figura “humana”

El collar que sujetaba la piedra a mi cuello se rompió ante la presión que esta ejercía para soltarse.

Se estiro hacia adelante arrastrando la rota cadena detrás. La figura de flores la tomo entre sus dedos y luego la piedra pareció fusionarse en ese ser.

Un segundo después, delante de mí, la figura de un niño pequeño, quizás contando con unos seis u ocho años de edad, apareció.

El tintinear de una campana melancólica y lejana, llego a mis oídos como un susurro que trae el viento. Cuando vi el rostro de aquel niño, sus labios, finos, rojos y delicados se reían con soltura.*

Sus bracitos blancos y regordetes aguantaban su estomago mitigando el dolor producido por sus carcajadas.

El aturdimiento me dejo inmovilizada por dos segundos más. Y cuando tuve los primeros indicios de que había recuperado la movilidad de mi cuerpo, casi de inmediato me puso en pie aun presenciando la cálida risa de aquel extraño niño.

Lo mire confundida, apreciando su aspecto.

Era un niño promedio, con ojos rojo-rubí y cabellos castaños tirando a tener un color rojizo, además contaba con algunas mechas naturales que se le habían formado. No llevaba nada puesto. Su pequeño cuerpo estaba desnudo, cosa que provocó el sonrojamiento de mis mejillas.

Mis manos se movieron velozmente a causa de la pena. Pero cuando al fin pude ver a ese niño con mi abrigo, me sentí mucho mejor.

Cuando el niño se vio envuelto en mí esa fuente de calor beige, paro de reír. Y enjugándose las lágrimas de los ojos, estos por primera vez me miraron.

-¿dónde estoy?-

-en higuerote, Venezuela- le dije sin despegar mi mirada extrañada de su expresión.

-¿y dónde queda eso?-

-¿no sabes dónde queda Venezuela?- el niño parecía confundido. –está bien, no importa. ¿sábes de dónde vienes?- se quedo mirando al piso mientras negaba con la cabeza. -¿sabes a dónde vas?- se volteo, y miro al cielo. Luego comenzó a caminar. Dándome la espalda por completo. –hey!- le grite alcanzándolo.

-siento que tengo algo que hacer-

-¿y qué es?- volteo a mirarme, sus ojos se clavaron en los míos con dulzura.

-tengo que permanecer a tu lado…- dijo mientras algo se revolvía en su mente, como si no estuviese completo.

-pues qué bueno que pienses así, porque no puedo dejar a un niño como tú solo en un bosque como este, además tienes algo que me pertenece- sus ojos empezaron a brillar con la fuerza que requiere la confusión.

-¿te refieres a esa piedra roja?-

-si…-

-sé donde esta-

-¿de verdad?- el niño asintió y luego siguió mirándome con su inocencia marcada en esas bellas facciones.

-aquí…- su manito fue directo a su pecho, donde descansó.

-¿está dentro de ti?-

-por lo que recuerdo…. Si- parecía estar seguro de lo que decía. Y yo le creía. Ya a estas alturas no creerle seria una cosa de locos.

Le sonreí, y trate de buscar confianza en sus extraños ojos.

-voy a protegerte, no solo porque no podría dejarte solo sino porque además tengo que proteger lo que hay dentro de ti- el niño pareció estar de acuerdo con esa propuesta, entonces su mirada comenzó a cambiar, ahora se volvía la de un niño normal. Con alegría, despreocupación y paz. –Entonces, ¿Cuál es tu nombre?- le pregunte, aunque me parecía obvio que después de haber aparecido sin ropa delante de mí y sin noción de lugar ni de tiempo, no supiera su nombre.

-no lo sé, supongo que no tengo uno- me quede pensando y luego tuve una idea.

-¿te agradaría el hecho de que te ponga uno?- el niño me miro con extrañeza, como si yo fuera la que estuviese desnuda en pleno bosque y contara con ojos color sangre.

-seria, lindo…- no pude menos que reírme por esa respuesta. Sentí como el niño se unió a mis carcajadas.

-me caes… muy… bien!- intente decir mientras aguantaba la risa y lo miraba con un ojo abierto y otro cerrado.

Respire un par de veces, e intente tragar los rastros de risa restante.

-está bien! Entonces ya se cual va a ser tu nombre!-

-¿en serio?¿cuál?- dijo mientras se acercaba a mí con una sonrisa en sus labios.

-Lucien- dije satisfecha.

Su carita se contorsiono en una mueca de pura alegría. Y yo también me puse feliz, ahora no estaba sola pero otro problema asalto mi mente, me quedaba averiguar quién era este niño, y además descubrir cómo sacar la piedra de su cuerpo sin lastimarlo.

Reanudamos el camino que estaba tomando, el niñ… Lucien me tomo la mano, y yo se la estreche mientras se me formaba una sonrisa en el rostro.

No sabía que me estaría esperando en el siguiente trío de arboles o en el siguiente par de arbustos, lo único que sabía y de lo que estaba totalmente clara, era que, junto a Lucien y siendo yo la mayor, me sentía más fuerte.

Lo que sea que estuviese esperando, seria él y no nosotros el que se llevaría la mayor sorpresa de su vida. La muerte…



*Lucien se rie por la magia que en ese momento que cubre su cuerpo. lo mismo ocurrio en la historia que le conto luke a sophie donde le revelaba su verdadera existencia y le dijo que "cuando el remolino de magia dejo de cubrir su pequeño cuerpo, la bebe se encontraba riendo por la repentina dosis de energia/magia"

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