sábado, 25 de diciembre de 2010

cap. 4: descubriendo la verdad y a alguien más...

hola! aqui les traigo el tan esperado para algunos, cuarto capi.

tengo que darles las gracias por todos esos comentarios que me encantan. tambien les quiero dar las gracias a mis 30 (32) seguidores!! francamente nunca pense que llegaria a tener tantos, al principio cuando solo tenia 3 decia "wow llegar mas alto me va a costar" y asi fue... me costo mucho llegar a donde estoy ahora pero fue mas facil con su apoyo por eso les doy otro gracias :D
feliz navidad!!
y bueno sin mas esperas aqui les dejo mi querido capi.

que lo disfruten y comenten.



Me había sumergido en el agua fría, tenía los ojos abiertos por lo tanto el cloro de la piscina provocaba un terrible picor en éstos. Nadaba directo a mi objetivo, con una agilidad increíble. Mis manos sabían lo que hacían cada vez que me impulsaban un poco más cerca, y aunque había estado metida ahí practicando desde temprano, no me dolían los músculos ni me encontraba cansada.

Ya en el fondo logré tomar su camisa pero no era suficiente para halarlo de vuelta. Baje aun mas y así pude mirarle el rostro. Sus ojos se encontraban cerrados pero aun estaba consciente.

Lo tome del pecho como una vez había visto en la televisión, pero era muy pesado.

El poco aire que había ahorrado se estaba terminando. ¿Qué podía hacer? Me pregunte paranoica.

Subí a la superficie para tomar un poco de aire y luego volví a bajar. Me acerque a el rostro del hombre y con vergüenza hice que sus labios tocaran los míos, dejando un espacio entre ellos para transmitirle el nuevo aire.

-respira por favor, respira por favor- pensé angustiada. Me despegue para verle los ojos. Y estos estaban abiertos de par en par con una expresión en ellos. Parecía de agradecimiento.

No lo solté hasta que estuve segura de que se encontraba despierto.

Empezó a mover las piernas para nadar, y yo lo tome de un brazo tratando de ayudarlo.

Salimos con esfuerzo a la superficie. Los dos tomamos una gran bocanada de aire, y luego cuando nos hubimos recuperado, nos quedamos mirándonos el uno al otro.

De los dos él fue el que reaccionó primero. Levanto una mano mojada hacia mí, permitiéndome sentir la textura de su suave mano en mi piel.

-gracias- repuso con un movimiento de labios. Pero yo me recompuse de toda esa tontería.

-¿¡gracias?!- le grite alejándome de el –casi muero por tu culpa y ¿solo un gracias recibo?- me enoje aun mas pensando en el principio cuando el apenas decidió escuchar mis advertencias. –además acaso no sabes que cuando una persona te dice que estas en un área privada ¿deberías irte y no volver?- el, perecía inmutable. No le había afectado mi repentino ataque de pánico.

Nadé a la orilla para salir, luego me pasé la toalla por los hombros. Al mirarlo, ya se encontraba afuera y se mantenía distante.

-tengo que hablar contigo- esa voz me detuvo por un micro-momento.

-pues no será ahora, tengo que volver a casa- le dije recogiendo mis cosas y cargando a Aiden. -además ¿qué te hace pesar que hablaré contigo?-

-el hecho de que me hayas salvado allá abajo es suficiente ¿no crees?- está bien, tenía un punto pero aun así no iba a ceder tan fácilmente.

-escucha tengo muchos problemas en este momento, si tan solo pudieras dejarme en paz te lo agradecería mucho- le dije mientras lo miraba y esperaba a que con eso se marchase. Y tuve éxito. Dio media vuelta y dejo el gimnasio.

Yo también salí de ese lugar.

En dirección a mi casa noté como no dejaba de pensar en ese extraño hombre. Recordé como sus ojos al abrirse desplegaron un destello azul por toda la piscina, su blanca ropa y su rostro pálido aun me tenían hipnotizada. Como en un sueño, que una vez alcance a tener, un sueño que más parecía recuerdo pero no podía darle forma, estaba incompleto. Y no recordarlo me hacía sentir muy impotente.

Dios, tendría que haber comido algo más que solo un vaso de leche, me moría de hambre. Había un punzante dolor que aumentaba cada vez que daba un paso.

Pasaba por un camino acerado en donde si mirabas a la derecha podías ver las elegantes casas de ese vecindario. Me fije en una de ellas, había unas niñas pequeñas, de largos cabellos y ropa muy fina que se encontraban riendo mientras saltaban la cuerda y cantaban canciones rítmicas. Me sacaron una sonrisa del rostro.

Pero el dolor a un costado provoco que desviara la mirada. Era más fuerte… y no se detenía.

Caí al suelo de rodillas, aguantándome firmemente el estomago. El dolor se había expandido, ahora se encontraba en mi pecho, luego a mi cuello, después a mi cabeza. Las piernas me fallaban, aunque quisiera caminar no podía pues éstas también se encontraban presas por el dolor.

Volví a mirar a las niñas, pero estas ya habían entrado a su enorme casa. –Menos mal- pensé sosteniéndome la cabeza. No sabía porque pero algo estaba por su suceder, lo sentía. Tal como presencié la extraña noticia de Luke. Pero esta sensación, tenía un sabor amargo. Todo lo que me esperaba era tenebroso y negro.

Menos mal y esas niñas inocentes ya no estaban al alcance de lo que sea que estuviese a punto de sucederme.

Con el mareo y la preocupación juntos en mi mente un nuevo problema invadió todos mis nervios.

Juraba que podía ver rostros enfrente de mí, que me miraban. Pero había algo conocido en cada uno de ellos. Pude diferenciar entre todo ese alboroto a mi profesora de segundo grado que mantenía una expresión molesta, muy típico en ella. Luego distinguí a uno de los vecinos de luke, uno que cada vez que me veía me decía lo mucho que admiraba mis ojos color verde grisáceo.

El dolor, que se había disipado tan solo por un momento, volvió esta vez con más intensidad.

Tenía los ojos cerrados, pero los abrí, y pude ver como Aiden se encontraba a mi lado, me extrañó no ver una expresión de preocupación o miedo en sus reveladores ojitos negros.

Su carita se puso borrosa, y con ella todo lo que estaba detrás se empezó a ver oscuro.

Quise gritar, gritar como nunca. Pero mis pulmones estaban bloqueados. Mi mala visión comenzó a jugarme bromas pesadas.

En la cara de mi gato una cicatriz apestosa y mal curada se extendía por todo su rostro, pero ésta no se mantenía, solo aparecía y desaparecía, intentando confundirme. Su cabello empezaba a crecer y sus patitas tan pequeñas y delicadas ahora cambiaban a ser pura piel humana, o por lo menos hasta donde yo veía era humana.

El dolor continuaba, el desconcierto me inundaba y ahora mi único acompañante estaba siendo sustituido por otra persona. En verdad quise creer que tenía un problema en la cabeza y que mi gato no se estaba convirtiendo, preferiría tener algo en la cabeza a enterarme de que Aiden no era lo que aparentaba ser.

Por el contrario las imágenes continuaban colándose en mi mente. Me hacían ver todo entrecortado. Una escena comenzó a aparecer de entre todos esos momentos de mi vida. Una escena que no estaba segura que pertenecía a mi mente o no. Pero comencé a prestarle importancia.

Era aquel día. El día en que todo esto había comenzado. Lo reconocía porque mi abuela estaba ahí con los recién preparados panqueques, mi bolso en forma de conejo también se encontraba. Y lo recordaba, lo recordaba a la perfección, dios mío como se me pudo haber olvidado. Su nombre era… era Bartholomew, lo recordé por fin, recordé a Bart. Pero… no todo estaba bien. Las cosas empezaron a ponerse duras.

Esa sombra que flotaba en mi antigua habitación era aterradora. A esa también la reconocía y lo que vino a continuación era, de entre todas las cosas, lo que menos quería recordar.

Mis ojitos de seis años miraron con horror como esa cosa negra pateaba a mi abuela con fuerza y la lanzaba muy lejos. Provocando que su cuerpo impactara bruscamente contra la pared.

La escena se corto, y a partir de ahí otro remolino atacó mi mente. El dolor se hacía más intenso.

Trate de abrir los ojos, y ahí estaba el, ese hombre de ojos negros cuya cicatriz me hacía temblar del miedo, se encontraba parado al frente de mi.

-A-Aiden…- pronuncie débilmente mientras miraba los fríos ojos negros de ese hombre, dándome cuenta de mis peores temores.

Mientras estuviese lucida quería hacer todo lo posible por estar a salvo, por eso intente estirar el brazo hacia mi bolso y así intentar obtener mi teléfono.

Pero un terrible dolor invadió mi mano, anulando toda clase de movimiento. Ese hombre me había pisoteado la mano con la misma bota negra que recordaba, esa que podía haber sido sacada de un antiguo libro de demonios.

Cerré los ojos de nuevo, y esas imágenes invadieron mi mente otra vez. Rememorizando todo, llego hasta mí un nuevo recuerdo. Mi abuela se encontraba tirada en el suelo, un charco de sangre rodeaba su cabeza, mis lágrimas bañaban su rostro. Y una persona, de trajes blancos y ojos azules se me acercó tomándome en sus brazos.

Ahí descubrí todo, el hombre de la piscina era él, era ese misterioso hombre del que nunca pude volver a saber.

El dolor disminuyó, las imágenes desaparecían poco a poco y entonces me di cuenta que mi cuerpo podía moverse.

Patee con la fuerza que me había ganado por mi adorada natación, esa horrible bota negra.

Su pie no se movió mucho pero si lo suficiente como para zafar mi mano. Y así sin ni siquiera tomar mis cosas, salí corriendo por el primer camino libre que pude captar.

Corría lo más rápido que podía, pero aun así era imposible que me escapara. Sabía que ese hombre de negro podía moverse muy rápido. Y ni siquiera había terminado de pensar en esto cuando de repente algo me tomo del cuello, e hizo que todo mi cuerpo chocara contra la caliente superficie del suelo de cemento. Mi cabeza reboto contra el pavimento, desconcertándome.

-esta vez no te me vas a escapar- escupió las palabras con repugnancia y odio. Haciéndome recordar todos esos golpes que me hizo sufrir de pequeña.

-ya fue hace mucho tiempo que nos enfrentamos, ahora soy más fuerte- le dije creyéndome ruda cosa que no era, pero el hecho de que estuviese ahí, encima mío y además haciéndome cargar todo el peso de su odio era algo que realmente me enfurecía, y así como el me escupía en la cara palabras horribles, yo también intentaría ser igual de cruel.

De su garganta surgió una especie de gruñido. Pero no era de ira sino de placer.

-me encantaría verte intentar vencerme- dijo muy cerca de mi rostro mientras se relamía los labios.

-sabes que te vencerá- una voz me sobresalto, pero no era cualquier voz. Era esa voz que tanto quería volver a escuchar. Mis ojos dieron vueltas varias veces para encontrarlo, y cuando al fin lo hicieron creo que pude sentir como el corazón golpeaba con fuerza mi pecho.

-es solo una chiquilla- la mano alrededor de mi cuello se cerró aun mas, sin permitirme respirar. Comencé a ahogarme, mis manos empujaban las de él, pero todo era en vano.

Entonces recordé a mi abuela con esa sonrisa que tanto extrañaba, con sus ojitos viejos y su carita arrugada, y todo ahora estaba manchado por una gran mancha negra gracias al hombre que en ese preciso momento me estaba tratando de aniquilar.

No… esto no iba a terminar así. Entonces sacando fuerza de algún lugar que no logre identificar. Le ofrecí una patada en el estomago, y resbalando por el caliente pavimento pude ver como se alejaba de mi.

De inmediato me tome la garganta masajeándola mientras mitigaba el dolor que sentía en esta. Mi cuerpo lo sentía ligero, incluso más que lo normal, como… como si en el agua me encontrase. La garganta me dejo de doler al igual que ya no sentía el moretón que me había hecho en la cabeza.

Me encontraba como esta mañana al despertarme, perfecta, reluciente y sana.

Mis piernas se estiraron con facilidad, levantando mi cuerpo en un abrir y cerrar de ojos. Mire a Bart quien también se encontraba mirándome con una sonrisa de orgullo –al parecer- sostenida en su rostro, yo también le devolví una sonrisa y luego corrí hacia el con los brazos extendidos esperando un largo y cálido abrazo… pero, algo arremetió contra mi cuerpo. Como si envés de correr hacia Bart, me hubiese estrellado contra una pared de cemento.

Caí al piso con un golpe sordo, algo se encontraba encima de mí y entonces descubrí que Bart se había lanzado para protegerme. ¿Pero protegerme de que…?

Su rostro se encontraba muy cerca del mío, sus ojos se encontraban entrecerrados, de una manera que provocaba el oscurecimiento de sus ojos azules.

-¿Bart?- le susurre intentando quitarlo de encima, apenas logre moverlo. -Bart… despierta- sus ojos parecieron abrirse.

-Soph, huye…- dijo con apenas un hilo de voz.

-¿qué?... ¿estás mal de la cabeza?- le dije molesta –no te voy a dejar- y a continuación lo empuje con toda mi fuerza a un lado. Bart cayó boca arriba y entonces me di cuenta del problema.

-¿Qué ocurrió?- le pregunte acercándome con unas manos temblorosas que sostenían su cabeza.

-huye…-repitió con voz débil y desesperada.

-¡no!- le grite. Aferrándome a su pecho. – ¡no te voy a dejar con esa herida aquí solo!-

-tonta…- me dijo exasperado.

Pero yo sabía que no podía moverse. Tenía una especia de daga clavada a un costado de la cual parecía despedir un líquido rojo y viscoso.

Entonces recordé algo, Bart no iría a ninguna parte si un arma, estaba segura.

Empecé a rebuscar en un cinturón marrón que ceñía su cintura, y encontré, en un estuche de cuero una especie de daga parecida a la que se encontraba clavada en su cuerpo. Pero esa tenía una hojilla negra con símbolos gravados en oro al parecer. Al contrario de la que tenia Bart pues esta estaba compuesta por una hojilla plateada incrustada en una empuñadura blanca forrada con cuero blanco, y en la hoja se encontraban unos grabados de algún idioma escritos en letra dorada parecía ser también oro.

-en que estas pensando Sophie…- reclamó abriendo los ojos al ver que había sacado su daga pero a mí no me importo lo que seguía parloteando, simplemente mis oídos bloquearon su voz y mis cinco sentidos y el sexto que siempre consideré que tuve, los dirigí hacia mi oponente.

El chico de negro se encontraba mirándome con una expresión confiada en su rostro al parecer ya creía que esta batalla la tenía ganada. Pero no dejaría que fuese así.

Me abalance corriendo sintiendo al principio algunos rasguños en mis tobillos por parte de Bart, me imaginé que intentaba detenerme, pero la debilidad que cargaba podía mas con sus deseos.

De mis labios surgió un grito de guerra y mis manos se lanzaron a un costado de mi cuerpo en una posición que solo había visto en las guerras de las películas. Luego hice lo que ninguno de los presentes se esperaba. Pero sabía que era la única forma de acabar con un oponente como él.

7 comentarios:

  1. El cap. está increible!!!

    Por Dios! Que no le pase nada a Bart!! D:

    Me encantó!!
    No puedo esperar a que publiques el siguente!!
    ^^

    ResponderEliminar
  2. deberia d ehaber una regla para que no dejen semejantes cortones.
    me encanta la fluides de la historia.
    besos, y estare ansiosa por la fecha de salida del siguiente capitulo.

    ResponderEliminar
  3. creo que me enamore de bart. No puede morir, porque de seguro me meto en la historia y no se, uso algun poder y lo revivo o alguna cosa asi.
    Me encanta como escribes, eres un diez.
    Besoos y necesito el proximo capitulo!

    ResponderEliminar
  4. Oh dios mio!!! no puedo esperar para el proximo capi!

    Quiero mas, quiero mas!!!
    Honestamente, nunca crei que me encantaria una historia tanto como esta. Es emocionante, es diferente es...increible. Eres una exclente escritora Risa!

    ResponderEliminar
  5. Apenas lo voy leyendo esta increíble me ha gustado mucho!!

    Felices fiestas!!

    ResponderEliminar
  6. Te sigo em encanta tu blog!! :)

    ResponderEliminar
  7. OMG! quiero saber que sigue!!!
    esta muy bueno y me guto como hiciste que los personajes anteriores volvieran a aparecer
    En un rato sigo leyendo.. besos :D

    ResponderEliminar

Proxima reseña

Proxima reseña