miércoles, 8 de diciembre de 2010

chastity dollanger

Oh mi Dios, porque tuve que hacerlo, en realidad sé porque tuve que hacerlo, tenia que hacerlo. Para protegerlos! Para proteger a mis inocente hermanos pero… a cambio de eso, he perdido todo, ya no me queda nada.

Me siento sola.

Vacía.

Sin vida.

Los sollozos salían de mi garganta desesperados, sin darle espacio al aire, sin dejarme respirar…
Espera un momento… ¿que eso eso?¿una luz? Pero si son las dos de la madrugada ¿Cómo es posible? Quien podría estar despierto a estas horas.

Tengo que apartarme del medio, o si no… estoy segura que no podrá detenerse cuando los faros lleguen a mi, alumbrándome a los ojos del conductor.

Intento pararme, pero había estado sentada ahí durante tanto tiempo que mis piernas habían perdido todo movimiento, por lo menos hasta ahora…

Logro levantarme pero caigo, porfavor, porfavor, porfavor, levantate. Muévete!

El vehículo ya a una distancia en la que me hacia vulnerable, no se detiene. Se aproxima a alta velocidad, una que no estaba permitida en esta avenida.

Mis piernas duelen pero con un forzoso intento logro levantarme, y con toda la rapidez que mis adormecidas piernas pueden caminar, fui apartándome lentamente.

Pero… es tarde!

Me dejo caer, derrotada, ya no me importaba vivir. Porque tendría que importarme la vida, si ya no me quedaba nada a lo que sostenerme.

Un micro segundo después de pensar en este ultimo pensamiento, algo… algo en mi vientre, me golpeo desde adentro con ternura, mis ojos se abrieron de par en par… un bebe, mi padre… me había dado un bebe. Una criatura que no merecía lo que estaba apunto de permitir, no merecía perder la vida por algo que no tenia la culpa.

Las lágrimas salen de mis ojos, suplicantes mirando solo y únicamente a las siniestras ruedas del vehículo.

-porfavor… no… no quiero morir!- grite con el aire que llevaba ahorrado en los pulmones.
Es inevitable. Sierro los ojos, esperando un milagro, pero aun así eso no me salva del dolor tan intenso que sentí a continuación.

Pude oír mis huesos romperse, crujían ante las fuerzas arrolladoras de la primera llanta luego la segunda termino con la mitad de mi cuerpo.

Tirada en la calle, con la mirada perdida en el cielo nocturno, espere a escuchar el carro detenerse pero… no escuche nada.

Mi mirada vagó hasta detenerse en el faro de luz amarillenta que iluminaba la calle. El automóvil se alejaba, pero alcancé a ver en los retrovisores el rostro de ese cínico hombre sin corazón…
Mi mano dolorida por el maltrato palmo mi vientre abultado, o lo que quedaba de el.

-Todo estará bien pequeño, este mundo de todos modos no te agradaría, es mejor compartir el cielo contigo… te quiero- y olvidándome del dolor cerré los ojos… esperando nunca tener que despertar otra vez.

1 comentario:

Proxima reseña

Proxima reseña