Capitulo 10 - Voice

hola a todos! aqui les traigo el capitulo 10 de Voice. Al terminar de leerlo seguro van a querer matarme, pero todo a su tiempo mis amigos. Ustedes solo esperen. ;)

los ama con locura ~risa~

 

“¿Ray?” pienso mirando su figura sonriente.

Termina la canción.

Yo sonrío, mis ojos no, y espero con todo mi corazón que nadie se dé cuenta del miedo que puedo sentir en ellos.

Levanto mi mano, saludando al público y vuelvo a practicar otra sonrisa pero sé que esta no salió muy bien así que me apresuro en calzar mi guitarra en su estuche y salir disparada para reunirme con Daniel. Siento la mirada de Grace clavada en mis hombros y yo solo me digo que nunca le contare sobre esto. No permitiré que ella sepa sobre algo tan peligroso como los cazatalentos ilegales.

Ella tuvo mucho suerte de que Ray no la hubiese notado, pero aun tenía ese talento de escribir buenas canciones, no puedo permitir que alguien se entere de que ella es realmente buena en eso.

Me detengo bruscamente. Un deja vu… así debió sentirse mi madre al enterarse de lo de mi padre, ella quería protegerme, a mí y a mis hermanos. Ella no permitiría que nada malo nos ocurriese.

“gracias mama” susurro en mi mente pues sé que si ella no me lo hubiese advertido tres días atrás, en este momento estuviese totalmente abierta al peligro.

Pero… ¿y ahora qué?

¿Corro hacia Daniel y me escondo detrás de él?

No puedo involucrarlo a él también, seguramente Ray esta armado.

Me desvío y cargo el peso de mi guitarra contra mis hombros. Salgo corriendo del lugar pasando el portón negro encontrándome con una estación de taxis al otro lado de la calle. Hay gente que va saliendo de verme cantar por lo tanto me detienen y felicitan.

Yo les sonrío y luego de una educada despedida, salgo corriendo hacia el primer taxi que encuentro.

Me adentro en el carro blanco con una línea amarilla moteada de negro, respiro profundo y le digo al conductor la dirección de mi casa. Siento como el motor se enciende y puedo permitirme relajarme por unos segundos.

-se ve muy tensa- oigo que dice el conductor y veo que se encuentra mirándome por el retrovisor. Fabrico la mejor de las sonrisas.

-solo cansada.

-en mis años de taxista he aprendido que “tensa” y “cansada” comparten el mismo significado- le miro y por una vez puedo soltar mi sonrisa y echarme a llorar.

El buen hombre soporta mis lágrimas y yo me apeno por él. Soy una maleducada pero esto que tengo dentro no es algo de lo que pueda deshacerme con más mentiras.

-perdón- digo al terminar.

-está bien ¿quiere agua o algo?- dice y abre la aguantera pero solo consigue sacar dos refrescos de lata dietéticos.

-puedo vivir con eso- le respondo y tomo la lata en mis manos. El señor ya la ha abierto por mi así que la inclino un poco sobre mi boca y vierto el liquido en mi lengua. Está caliente pero los sabores que he acumulado en mi boca desaparecen. Le sonrío al taxista, no con tristeza ni angustia en los ojos, sino que genuinamente le sonrío agradecida –gracias.

-no hay de que- hace una pausa en la que bebe su refresco y luego vuelve a mirarme por el retrovisor –entonces ¿cómo se llama él?

-¿Quién?- digo aturdida.

-el chico que la ha hecho llorar- dice desviando los ojos a la carretera.

-oh- es lo único que puedo decir y al ver que tardo en responder ciento como la tensión en el aire comienza a crecer.

-lo ciento, he preguntado algo indebido ¿no es así?

-no…-niego pero en verdad estoy aliviada de que él se retracte de querer saber. –Gracias por el refresco- digo mirando por la ventana y esperando que no fuera muy cortante el hecho de dejar en el aire nuestra conversación.

-está bien, de todos modos tenia uno de sobra- dice él y no volvemos a hablar hasta que llegamos a mi casa.

-gracias- digo dejando dinero en el asiento del copiloto. El me detiene tomando mi mano.

-no pierdas tu norte- dice y luego me suelta.

Confundida y torpe, salgo del auto con la guitarra a rastras. El hombre me hecha una última mirada, una mirada paternal y dulce. Puedo verlo por un segundo como el abuelo que nunca tuve.

Sonrío, le sonrío a un atardecer vacio.

Es cuando me doy cuenta de algo extraño.

Un auto negro se encuentra estacionado sobre la acera enfrente de mi casa.

-linda voz- dice alguien a mis espaldas. Pero antes de que pueda voltearme y ver su rostro. Éste toma mi cara con una mano tapando mis labios por completo.

-callada- susurra en mi oído. Entonces comienza a arrastrarme hacia el auto negro.

Quiero gritar, quiero decirles a mis hermanos que salgan y acaben con este extraño, pero no puedo, mis labios están sellados. Es cuando comienzo a llorar, desesperada y frágil entro al auto del hombre. Intento salir rápidamente pero el hombre toma mi cabeza fuertemente y me lanza hacia el otro lado del carro. El impacto que hace mi cabeza contra la ventana de la puerta contraria es tan brusco que por un momento puedo ver estrellas aparecer ante mí.

Escucho como de un portazo me deja sola en la oscuridad. Entonces oigo unos pasos y la puerta del conductor se abre. Ahí está él y esta vez puedo ver la gorra de beisbol y el pelo negro salir de ella. Su piel blanca y aterciopelada como una que conozco. Entonces me paralizo.

Ray.

El motor se enciende con un ligero ronroneo y yo me estremezco. Su rostro no voltea a mirarme ni una sola vez.

-cazatalentos ilegal a tu servicio preciosa. Nos darás un montón de dinero ¿te das cuenta? Con esa voz podríamos tocar el cielo- me asquean sus palabras. El no me quiere y ahora dice cosas como “preciosa” y me trata como una delincuente, aun cuando el delincuente aquí sea él.

Lágrimas resbalan por mis mejillas silenciosas, comienzo a temblar sin parar y mi labio se convierte en la victima de todo mi miedo.

De repente, no sé porque, pero algo me hace querer arrancarle la cabeza. Mi miedo… mi miedo no es miedo en verdad… yo estoy furiosa con él.

Sin esperar a que vuelva a abrir la boca, me lanzo a su cabeza arrancándole la gorra de beisbol dejando al descubierto su sedoso cabello.

El lanza un grito mientras pierde el control del carro. Intento taparle los ojos, pinchárselos con mis dedos, le jalo los labios y grito en su oído. El me toma de un brazo ya cansado de mis torturas y me tira al asiento del copiloto donde puedo centrar toda mi atención en el botón abierto de la puerta. Jalo la manilla y salto del carro rodando por la carretera hasta detenerme pegada a una acera sucia.
Me siento mareada y los oídos me zumban pero entonces oigo el carro de Ray detenerse y es lo que necesito para despertar de mi estupor. Me levanto con dificultad. Siento un dolor intenso en mi pierna y sangre corre por mi mejilla. También imagino que cuento con unos cuantos moretones en todo el cuerpo pero en este momento no puedo permitirme preocuparme por eso.

Corro lejos de Ray y busco seguridad en cualquier parte pero me doy cuenta que la calle donde he escogido lanzarme es una de esas que están deshabitadas siempre y solo hay un par de casas en las esquinas. Sigo corriendo mintiéndome a mi misma sobre encontrar a alguien que pueda ayudarme.

Pero entonces siento unos pasos muy cerca y antes de que pueda gritar Ray me toma un brazo y me apoya contra la pared. Pega su cuerpo al mío tan fuerte que no puedo respirar.

-¿Qué se supone que fue eso? se suponía que eras tranquila. Maldición, me duele toda la cara- todo está oscuro así que no puedo ver su expresión ni nada relacionado con su rostro. Ya el sol se encuentra detrás del Ávila y ahora estas calles se mantienen en penumbras.

-te odio- le digo, pero él se ríe.

-deberías, ya estoy harto de ti y de seguirte todo el tiempo, eres un dolor de cabeza- dice y puedo notar como algo dentro de mí se rompe, incluso cuando lo que acaba de decir ya lo había descubierto antes.

Las manos que se mantienen estrujando mis hombros me acarician la clavícula. Es entonces cuando entro en pánico.

Sus manos alrededor de mi cuello. Las palabras salen de mis labios alborotadas y sin sentido. Solo una de ellas se entiende con precisión.

-Ray.

Me tiene levantada del cuello unos cinco centímetros por encima de la acera.

Rasguño el brazo con el que me sostiene pero el parece inmutable.

Sus ojos arrasados en penumbra parecen inyectados en sangre, ni un poco de compasión puedo ver en ellos.

Estoy perdida… nada me salvara de esta.

Me desvanezco rápidamente.

Mi visión se vuelve borrosa y oscura, quizás fue eso la causa de que viera una sombra a mi izquierda. Más que una sombra, parece una figura. Pero yo que puedo saber…

Me estoy muriendo.

Una última exhalación resbala por mi garganta y entonces… todo se vuelve negro.