les traigo un nuevo capi, es uno de los ultimos por eso me estoy tardando tanto pues quiero que la idea sea perfecta. bueno aqui les va, espero que me puedan comentar.
¿Oscuridad? ¿Frío? ¿Era esto lo que sentía?
No… ahora era diferente. Hace un momento me encontraba sucia y vulnerable. No veía nada más que oscuridad. No tenía salvación. O al menos eso era lo que creía.
El frio quedo a un lado para dar paso a la calidez, la luz y la seguridad. De repente había quedado envuelta por un dulce manto y ahí en frente, entre toda esa luz, entre todo ese calor y toda esa extraña penumbra cálida. Una mano se extendía, esta no pretendía ser tétrica o rara, todo lo contrario. Era como ver la propia mano de dios.
Me le quede mirando, extrañada, asustada. No sabía lo que debía hacer.
Sin pensarlo, sin ni siquiera estar consciente de lo que estaba haciendo, me acerque a la mano extendida para luego tomarla y dejar que esos pálidos dedos masculinos me sostuvieran y me permitieran sentir algo de seguridad.
Un rostro, pálido pero hermoso me miraba con una sonrisa de labios delicadamente rojos y dientes blancos y perfectamente alineados. Su mano, fuerte, poderosa, solo necesitó de un pequeño esfuerzo para atraerme a su cuerpo.
De repente me di cuenta de que me llevaba por lo menos tres cabezas. Y de que su aroma era igual al de un clavel.
-mi… Charlotte- susurro, mirándome con ternura, acariciando mi rostro con la mirada y permitiéndome apreciar el amor que ese extraño sentía por mí.
Pero pronto comprendí que él no era solo un “extraño” más.
Esos ojos grises, ese rostro perfilado que contrastaba tanto con su cabello dorado, todo parecía tan… tan igual a mí.
-padre- respondí con una sonrisa.
El también sonrió, con amor, con ternura y belleza. Me pareció la más hermosa sonrisa, la más cálida y brillante que jamás en mi vida había visto.
-muchas cosas han pasado, pequeña- acaricio mis cabellos mientras me decía esto. Como si ahora, todas esas cosas pasadas ya no importaran y ahora todo estuviese bien. Si… lo estaba, ahora todo estaba bien.
-ya eso no importa, lo importante es que estas aquí, y te vas a quedar ¿no es así?-
Esa expresión en sus ojos… ¿por qué había cambiado? Pero no fue él quien me respondió, sino una voz a sus espaldas que me hizo saltar al reconocerla.
-estamos muertos, Charlotte- dijo la voz femenina con un tono triste. –nosotros solo queríamos decirte la verdad de lo que paso hace diecisiete años, pero veo que ya te lo han contado-
Si… me lo habían dicho ya.
-todos estos años… yo siempre pensé que ustedes dos eran los responsables de tanto sufrimiento. Pero ahora me doy cuenta que estaba culpando a las personas equivocadas, fueron Mitz y Nith quienes se mantenían bajo una máscara todo el tiempo, las mascaras que estaban pintadas con sus caras- les dije a ambos.
-lo sabemos, y por eso ellos van a ser castigados. Ya los siete arcángeles están enterados y tu guardián… está esperando por ti- mi padre volvió a darme un abrazo. Luego se separo y me miro a los ojos con una carga de tristeza en los suyos.
-¿Qué sucede?- dije preocupada.
-tenemos que irnos querida- mi madre me respondió mientras se acercaba con elegantes pequeños pasos.
-no… claro que no- le dije, adoptando un tono raro en mi voz, ¿de suplica quizás?
Mi padre se separo de mí tan solo lo suficiente para darle oportunidad a mi madre de compartir un abrazo conmigo. Cuando ella se separo, me miro a los ojos mientras sostenía mi rostro en sus frías manos.
-mi ángel…- sonrió con ternura –cierra los ojos y aspira profundo-
-¿Qué pasara si lo hago?- ella solo deposito un beso en la punta de mi coronilla. Y pronto, hice lo que me ordeno.
Aspire profundamente mientras sentía como mi madre tomaba una de mis manos, la otra era abrazada por una mano grande y dura pero delicadamente paternal.
-siempre estaremos contigo- dijeron ambos al mismo tiempo.
-y pase lo que pase en la ceremonia electiva, estaremos siempre orgullosos de ti- mi madre me había presionado ligeramente la mano al decirme esto, y aunque fue un acto simple pudo trasmitirme la confianza que necesitaba para seguir con todo ese asunto.
-te amamos- volvieron a entonar ambos al unísono.
Y después de un segundo de silencio, deje de sentir sus manos en las mías. Ahora había entrado de nuevo al frio y a la oscuridad.
Me obligue a mi misma en abrir los ojos y cuando lo hice, no podía creer lo que tenía en frente.
Estaba en la misma habitación de antes. Pero Lucien y Amethyst ya no sostenían mis manos, no se encontraban en ninguna parte.
Deo estaba en el piso enfrente de mí, con un charco de sangre en el piso y con las manos en la nariz. Alguien se la había roto, eso era obvio.
Mitz y Nith se encontraban lo mas pegados a la pared contraria de lo que podían ser capaces. Mitz estaba detrás de Nith, y lo único que se veía de ella eran los ojos verdes de mi madre que se prestaban al terror que, por alguna razón, sentía Mitz. Nith tenía los brazos extendidos delante de Mitz en plan de protegerla de lo que fuera que estuviese sucediendo en esa habitación.
Yo también estaba extraña. Me sentía alta, esbelta… fuerte. Mis manos, algo pasaba con ella. Estaban ardiendo, al igual que mi pecho. Me ardía, me quemaba. Estaba sofocándome y tuve que inhalar y exhalar fuertemente para expulsar un poco el dolor, pero no funciono.
Deo levanto el rostro y me miro con los ojos achocolatados de un amigo perdido. Su rostro estaba cubierto por un velo de incredulidad. Me acerque un paso hacia el, pero el perdió el equilibrio y cayó de espaldas en el frio mármol levantando una mano para cubrirse el rostro. Estaba asustado, pero ¿Por qué? Hace un minuto yo era la que le tenía miedo a él, no al revés.
¿Qué había ocurrido mientras estaba en mi trance?
Una mano se poso sobre mi hombro y en ese momento pegue un salto mientras me giraba y asestaba una puño en el estomago de esa persona.
Rápidamente me di cuenta de que me había saltado la presencia de alguien. Adam no lo había visto porque se encontraba a mis espaldas. ¿Qué pasaba conmigo? ¿Por qué le había dado semejante puñetazo?
El niño de quince años se encontraba doblado a la mitad mientras soltaba una maldición y algunos gemidos de dolor.
-oh no, lo siento mucho Adam, yo no quise…- dije acercándome a él. Me arrodille y le mire el rostro contorsionado por el dolor.
-está bien, solo acaba con ellos- dijo entre jadeos, luego abrió un ojo y me dio una sonrisa para infundirme valor.
-¿Qué acabe con ellos?- estaba confundida, ¿Qué estaba pasando aquí?
Pero Adam me despojo de toda duda al pasarme una pequeña medalla que sostenía el uniforme negro que traía puesto.
La medalla era brillante, pero pequeña.
Su superficie me concedió el derecho a ver mi reflejo sobre ella.
Casi pierdo el aliento.
Mis ojos, eran… rojos. Como los de Lucien y Amethyst pero, los míos eran mucho más brillantes, vivos y hermosos.
Irradiaba poder, podía sentirlo.
De repente, sobre mi rostro cayo un cabello que se había escapado del agarre de la cinta de seda blanca. Me impresione al encontrarlo rojo y sin un rastro del dorado que solía poseer.
-no puedo creerlo- dije inconscientemente mientras sostenía mi pelo de un lado de mi cuello para poder verlo mejor.
-Sophie…- Adam me miraba y comenzó a señalarme discretamente los tres ángeles que tenia detrás.
Comprendí que esto era lo que había logrado después de fusionarme con Lucien y Amethyst: con el quinto elemento.
Por lo tanto… yo le había roto la nariz a Deo y había causado el miedo en los ojos de Mitz y Nith.
Casi no lo podía creer.
Me gire y enfrente a Deo que ya había empezado a ponerse en pie.
-sal del cuerpo de Bret- le espete.
El me miro con ojos divididos por las decisiones que pasaban por su mente.
Tal vez en un último intento de hacer algo por salvar su vida, deslizó sus manos rápidamente hacia el cinturón dorado que rodeaba su pantalón, de éste extrajo la funda de una daga de tamaño descomunal. Al descubrir la daga, me quede asombrada y atontada con la luz que esta irradiaba.
-ten cuidado Sophie, ese tipo de dagas pueden matarte- dijo Adam a mis espaldas.
-no te preocupes- le dije en un intento por mostrar valentía, pero la verdad era que me encontraba aterrada. No sabía cómo pelearía.
“todo está bien Sophie, solo estira la mano y deja que nosotros hagamos el resto” una voz en mi cabeza, la voz de una niña, me habló. Pero era una voz conocida. Era Amethyst quien se dirigía a mí desde algún lugar de mi cabeza.
Confié en ellos y estire una mano con la palma mirando al techo. De repente de ella salió una especie de resplandor plateado que me encandilo por unos escasos segundos. Cuando fui capaz de acostumbrarme a la pequeña luz que mágicamente irradiaba mi mano también fui capaz de precisar una figura que se empezó a formar dentro de la luz. Era una daga, era mi daga.
La tome y apreté mi agarre alrededor de su mango. La hojilla no había dejado de irradiar el esplendor plateado que antes se encontraba en mi mano.
“déjame guiarte” dijo la voz de Lucien en mi cabeza.
Hice lo que me pidió. Me relaje y deje que él, en ese momento se convirtiera en mí.
Un rápido giro por parte de mi muñeca provoco que la daga diera toda una vuelta mientras cortaba el aire y emitía un ruido amenazador. Sabía que yo no había sido la causante, aun así me prepare para pelear.
Deo vino corriendo hacia mí con la daga en mano mientras me miraba con esas pupilas dilatadas que nunca podre olvidar.
Yo me puse en posición de ataque, sintiendo como se tensaban mis músculos y los ojos se me achinaban por la repentina descarga de adrenalina que estaba recibiendo mi corazón.
Deo levanto la daga por encima de su cabeza y trato de asestarme un golpe con ella pero solo logro dársela al aire pues yo en un parpadear me había deslizado al lugar donde él hace unos segundos se encontraba.
“Lucien controlara tus movimientos de pelea y yo la rapidez con la que se desarrollan, y también te ayudare a esquivar algunos que otros golpes” me dijo Amethyst, y en la última frase casi pude ver su rostro enfrente de mi guiñándome un ojo. Sonreí ante esa imagen y luego mire la espalda de Deo que se daba la vuelta con rapidez para enfrentarme de nuevo.
Volvió a levantar la daga en el aire, pero yo fui más rápida y me acerque a el por la espalda, esta vez le sostuve el brazo que a su vez sostenía la daga y la hice bajar hasta dejarlo estirado detrás de su espalda con la mano doblada hacia atrás. La daga hizo un sonido sordo al caer al piso.
-sal del cuerpo de Bret- volví a decirle. Esta vez él necesito un tiempo para responder, y como no le podía ver el rostro no tenía idea de lo que estaba pasando por su mente.
De repente sus brazos dejaron de forcejear conmigo, su cabeza cayó hacia adelante y cuando esta lo hizo todo su cuerpo cedió. Sentí el sordo sonido de un cuerpo caer al suelo.
Lo mire con intriga y desconfianza. Queriendo saber si el alma que descansaba en ese cuerpo era ahora el de Bret y no el de Deo.
-¿Bret?- dije mientras me acercaba. Pero el no respondía, así que me acerque aun mas esta vez para agacharme a su lado y posar mi mano en su espalda. Cuando lo hice, pensé que algo en él iba a cambiar, pero nada ocurrió.
Baje la guardia por completo. Les dije a Lucien y a Amethyst que todo estaba bien a pesar de sus constantes quejidos en mi mente.
Hice desaparecer la daga de llama plateada que todavía ardía en mi mano y luego me dedique en levantar el cuerpo de Bret para ponerlo sobre mis rodillas.
Su rostro estaba rosado y normal, no había ningún cambio, pero de repente sus ojos se abrieron de par en par y lo siguiente que ocurrió fue tan rápido que apenas pude entender sus movimientos.
Deo había tomado la daga que se le había caído y ahora la tenía sobre mi cuello mientras yo me encontraba debajo de su cuerpo aguantando todo su peso.
No podía respirar, si lo hacía sabia que el filo de la daga cortaría la piel de mi garganta.
-admito que tienes talento Charlotte, pero aun no estás lista para enfrentarme- vi como la daga la cambiaba raídamente de posición hasta ponerla encima de su cabeza.
Me mataría. Lo sabía.
Bajó sus brazos que aferraban la daga a toda velocidad para clavarse directo en mi pecho. Pero un borrón negro lo hizo caer y la daga se desvió, arrancándome un pedazo de piel del costado. Grite de dolor. Pero me enderece lo más rápido posible para ver quién me había protegido.
Adam se encontraba luchando contra Deo, sus fuerzas a penas les eran bastas para seguir, pero sabía que lo estaba haciendo por mí.
Me arrastre hasta llegar a ellos, dejando un paso de sangre detrás de mí.
Materialice mi daga de llama plateada en mi mano y luego la sostuve de modo que Deo no me viera venir.
Lo clave en su hombro antes de desvanecerme y no poder volver a abrir los ojos. No sabía si había funcionado pero sabía que lo había derribado y para mí bastaba, con tal y no siguiera haciéndole daño a Adam.
Damn it!!
ResponderEliminarY QUÉ MÁS SIGUE?! D:
Risa!! Me torturas!
Hiciste que me mordiera las uñas de los nervios, mujer.
cómo cortas el capítulo en esa parte? ¬¬
Bueno, tendré que callar y esperar al siguiente -.-'
Buenísimo el cap. Fue muy emotiva la parte de Soph con sus padres TTwTT
Demonios! Esperemos que sobreviva a esto! y que Deo al fin se vaya mucho a... por allá. xD
Seguiré leyendo! :3
Cuidate! Un abrazote de panda para ti! ^^
~risa-valentine~ NO NO NO..
ResponderEliminarSiempre me dejas en suspenso...
Espero que salga bien librada en este capitulo..
Muero por leer el proximo..
Escribes super me encanta..
Me gusto la Photo del comienzo