sábado, 5 de marzo de 2011

capitulo 10: seré valiente

holaa! aqui les traigo al fin el capitulo 10 de SLG. que bueno que lo he podido terminar hoy, porque no quiero desconectarme otra vez de este mundo que me encanta ademas tengo que comenzar a estudiar mucho mañana, pues a penas terminen los carnavales tengo un examen de catedra :s y otro de fisica el cual lo supero ligeramente porque soy buena en fisica y me gusta :o

y sin mas nada que hablar les dejo aqui este nuevo capi!!! :) comenten pliiis.


“me pongo a pintarte y no lo consigo
Después de estudiarte Lentamente termino pensando
Que faltan sobre mi paleta colores intensos
Que reflejen tu rara belleza


No puedo captar tu sonrisa
Plasmar tu mirada
Porque poco a poco


Solo pienso en ti
Solo pienso en ti…”

Música se escuchaba venir, conocía la letra y empecé a murmurarla mientras un flash blanco ilumino mis ojos, con el, vino una imagen un tanto borrosa. Era un rostro que me miraba con sus enormes ojos de un color verde apagado, estos a su vez eran acompañados por la más mísera de las sonrisas. Sus cabellos dorados, manchados de lodo y mugre se encontraban adosados a su piel por el sudor que emanaban sus poros. El rostro lo tenía cubierto por una capa de barro que le manchaba las mejillas cuyo color original era un blanco rosáceo.

La canción siguió sonando en alguna parte de mi mente, pero la imagen de Sophie no desaparecía de mi vista.

Sus ojos se aguaron y se convirtieron en perlas saladas y cristalinas. Cada gota que fue descendiendo por sus mejillas se llevaba con ella un poco de lodo pegado a su rostro, dejando a su paso una fina línea de la piel rosácea que yo conocía.

“… Tu sigues viniendo y sigues posando
Con mucha paciencia
porque siempre mi lienzo esta en blanco
las horas se pasan volando
dispongo el trabajo adelantado para tu retrato
Sospecho que no tienes prisa
y que te complace ver que poco a poco


solo pienso en ti
solo pienso en ti
solo pienso en ti
solo pienso en ti…” Sophie parecía angustiada. Sus ojos reflejaban dolor y sufrimiento. Luego pareció querer hablar.

Abrió sus pequeños labios en forma de rosa y con un ligero sonido… apenas un murmullo comparado con la música que tapaba mis oídos, susurro. –ayúdame… Bart, ayúdame-

Su voz se apago y con ella su rostro desapareció, dejando en mi mente el eco de sus suplicantes palabras.


“…sospecho que no tienes prisa
y que te complace ver que poco a poco


solo pienso en ti
solo pienso en ti
solo pienso en ti
solo pienso en ti…” la canción terminó pero no fue todo lo que me toco escuchar mientras permanecía en un frio estado de inconsciencia.

-¿lo ves?, esa es una de las mejores canciones que lanzo Guillermo Dávila, y nadie la ha oído… es increíble ¿no?- una voz conocida hablo desde una distancia algo alejada.

-es muy bueno- otra voz pequeña y chillona, como la de un niño, se escucho hablar.

-eres el único chico que dice eso acerca de Guillermo Dávila- se escucho una pausa y luego la voz añadió – me estas empezando a caer bien- otra pausa mucho más larga que la anterior fue lo siguiente que ocurrió, pero luego, el ambiente se sintió más pesado.

Me sentía mirado y acechado, era una sensación extraña.

-¿sigues molesto?- dijo la voz conocida a el chico que se encontraba presente.

-yo... no, es solo que… no puedo creer que haya permitido que se la llevasen…- mi respiración dio un salto entrecortado al oír aquellas palabras. No recordaba gran parte de lo que me había ocurrido, pero esas palabras comenzaron a formar una luz en mi mente que se expandía cada vez más y mas hasta abarcarlo todo y dejarme ver lo sucedido hace quien sabe cuánto.

Volví a ver esos ojos llorosos que tanto amaba y entonces fue cuando recordé todo…

-¡Sophie!- grite a todo dar, mientras que me incorporaba agitado y bañado en sudor.

Todos los rincones de esa habitación fueron violados por la mirada enloquecida de mis ojos.

Unas manos se apoyaron en mis hombros y otras más pequeñas en mi pecho pero yo aun seguía sin ver rostros, solo me mantenía limitado en un solo pensamiento “tengo que rescatarla”

Salte de la cama blanda en la que me encontraba, no me importaron los dolores que gritaban sin parar por todo mi cuerpo.

Ni si quisiera se me ocurrió verificar si traía puesta ropa o no.

Me concentre en buscar algo con que escribir. Mi vista aun se encontraba nublada por la desesperación, así que lo primero que pensé fue trazar un circulo con las uñas.

Me arrodille en el suelo de tibia madera, los círculos eran los únicos que me proporcionaban el poder adecuado para realizar encantamientos de alto rango, en pocas palabras, los que realizan los ángeles completos.

Mis uñas rasparon el suelo a mi alrededor hasta convertirlo en una fina línea blanca apenas visible, no importaba, era suficiente. Pero antes de cerrarlo por completo unas fuertes manos apresaron las mías impidiendo llevar acabo mi tarea.

-¡suéltame!-grite mientras forcejeaba, sin éxito.

-debes quedarte, cometí un error al dejarte ir, ahora es tiempo de que descanses-

-pero Sophie esta…-

-lo sabemos- me interrumpió

-¿tú y quien más?- Raphael señalo un pelirrojo que se encontraba a sus espaldas sosteniendo una almohada en sus brazos, apretándola con miedo. –tú eres…-

-se dice llamar Lucien- dijo Raphael antes de que pudiera seguir.

-Lucien…- mire al chico que a su vez me miraba con temor detrás de esas enormes pestañas rojas. –Tú estabas con Sophie aquella vez…- recordé.

-lo estaba… ¡hasta que tú la apartaste de mi!- el niño reacciono de repente, boto la almohada lejos y luego pisando fuerte, llego hasta donde yo me encontraba arrodillado. –si hubieses hecho tu trabajo, ¡Sophie estaría aquí! ¡Conmigo!- me quede perplejo mientras observaba su rostro lleno de ira. Pero en sus ojos pude ver una pequeña emoción que contenía atrapada. Podía notar como en el fondo quería llorar en vez de gritar, una lágrima se asomaba por la comisura de uno de sus ojos, resaltando el color rojo que conformaba su iris.

No era un niño normal, estaba consciente de ello.

-¡Sophie no merece estar ayá, en un lugar totalmente desconocido. ¡La están haciendo sufrir! ¡Y todo por tu culpa!- continuo gritándome, aprovechándose de mi silencio.

Ni Raphael ni yo hicimos nada para evitar su rabieta. Sabíamos que después de todo, era un niño.

Cuando la gota salada que había colgado de su ojo durante todo ese tiempo, se soltó de su agarre y resbalo por su pecosa mejilla, me decidí en hacer algo.

Me puse en pie, al tiempo que Lucien detenía bruscamente las palabras que salían de su boca.

No emití sonido alguno, solo actué rápido y seguro. Me acerque al niño, le limpie la lágrima de la mejilla y luego me arrodille, viéndole los ojos de frente. El pareció cohibirse y retrocedió un paso.

-no te asustes- le sonreí con confianza.-creo que hemos empezado con el pie izquierdo- le dije, deseando que no le diera por pegarme o por seguir gritándome.

Esos ojos rojos me miraron, y luego sentí como su barrera contra las lagrimas, se había derrumbado, dejándome con su cuerpo sumergido en mis brazos, y con lagrimas ajenas recorriendo mi pecho desnudo.

-soy Bartholomew, pero no hay problema con que me llames Bart- le dije, dándole palmaditas en su espalda. El siguió llorando mientras yo pensaba en Sophie.

-no te preocupes Lucien, encontraré a Sophie, y la traeré de vuelta, ya verás como todo saldrá de maravillas y tu podrás estar con ella otra vez- le dije para darle ánimos, pero entonces escucho como Raphael se aclara la garganta.

Me separe de Lucien y me puse en pié, luego me acerque a Raphael.

-¿Qué sucede?-

-hay un problema-

-si… creo que llegaste tarde para eso, ya todos sabemos que Sophie fue secuestrada-

-no ese problema- miro un tiempo a Lucien, el cual se encontraba arrodillado en el suelo limpiándose las lagrimas. –No puedes ir- me miro a los ojos con una seriedad infinita.

-¿a qué te refieres? Claro que puedo, ¿no ves como estoy parado? Si puedo pararme estoy seguro que puedo hacer muchas cosas más- lo vi menear la cabeza y entonces supe que no ganaría esto.

-no puedes… si vuelves a exponerte a un peligro así, no podrás despertar nunca más- sus ojos se encontraban tristes.

-pero Raphael, que haremos con Sophie, no podemos dejarla ayá, sabes lo que pasara si lo permitimos-

-no lo permitiremos-

-explícate…-

-pues… ya conseguí a alguien que pueda rescatarla- sus ojos volvieron a posarse sobre Lucien, y los míos se abrieron de par en par.

-te volviste loco Raphael- le dije mientras me devolvía a la cama para acostarme.

-tal vez un poco, pero me queda un poco de cordura para salvarle la vida a alguien- se acerco a lucien.-sientate al lado de Bart por favor, tengo que contarles algo a ambos-

Vi como Lucien se sentaba a mi lado y luego me miró con ojos confundidos, yo le devolví la mirada y así, ambos miramos a Raphael.

-y bien, ¿Qué sucede?- le pregunte, cruzándome de brazos.

-no me apures, esto es difícil de digerir para cualquiera- buscó una silla de madera que se encontraba pegada a su escritorio y luego la situó delante de nosotros donde se sentó.

- bueno, desde ayer hasta hoy, he notado que algo pasa contigo- se dirigía a Lucien y este se pego a mí como un chicle. –tu color de ojos, y el de tu pelo, no son normales en un niño humano, y además has estado muy preocupado por Sophie, más de lo que estaría una persona normal… por eso, no es muy seguro y aun no lo he comprobado del todo pero… tal vez seas el quinto elemento- mire a Lucien anonadado por lo que oía, el niño parecía estar más confundido de lo que estaba al principio.

-que él es…. ¿El quinto elemento?- no lo creía, definitivamente no lo podía creer. Está bien, sabía que el quinto elemento era una piedra roja por lo que me habían contado y que ese color tenía un cierto parecido con los ojos y el pelo de Lucien, pero aun así, ¿eso era posible?
-sé que es un poco imposible de creer, pero si estoy en lo correcto, podríamos mandarlo a él para que rescate a Sophie, y tal vez podamos llevarla a tiempo a la ceremonia electiva. Lo único que podemos hacer es respaldarlo, pues estoy seguro que algunos demonios irán tras su presencia. Tiene una muy poderosa, se puede sentir a kilómetros.-

Medite un poco esa propuesta mientras miraba a Lucien. Era imposible que un niño de su edad, con su fuerza, su inocencia y su poca estabilidad, llegara hasta Sophie sano y salvo.

-¿qué es el quinto elemento?- de repente su interrogante nos despertó a mí y a Raphael de una profunda búsqueda de la coherencia.

Después de que Raphael le explicase lo que era, las teorías y como Sophie estaba involucrada en eso. Lucien se quedo muy pensativo y no pudo alejar esa expresión de su rostro hasta que de repente miro a Raphael.

-yo conozco una piedra roja- su inocencia se reflejaba en sus rojos ojos, pero se notaba que sabía de lo que estaba hablando –esa piedra, la vi en alguna parte. Yo estaba caminando sobre la grama y un sonido me despertó, parecía un sueño pero sabía que no lo era. Un cálido manto me cubrió los hombros y luego cuando abrí los ojos, ahí delante de mí se encontraba una roca roja que se mantenía en el aire flotando hacia mí, detrás de esa roca una chica rubia me miraba, con ojos llorosos y el pelo alborotado. Sentí que si tomaba la piedra ella cambiaria esa cara y sería feliz, tome la piedra entre mis manos y luego el calor se convirtió en un frio terrible pero vi la expresión de esa chica y aunque se encontraba sorprendida, estaba dispuesta a darme una sonrisa la cual horas después no dejo de aparecer- volteó a mirarme –ella me pregunto por esa piedra, y le dije que se encontraba aquí- posó la mano en su pecho, justo en su corazón.

-¿cómo es que sabes que se encuentra ahí?- le pregunté dándole una rápida mirada a Raphael.

-pues… es difícil de explicar, pero la ciento ahí, es como el calor que sentí al principio, antes de ver a Sophie, es el calor que ahora ciento dentro de mí.-

Pensé un poco sus palabras, repasando cada letra, pues no quería dejarlo ir solo.

Pero algo me decía que era un niño fuerte.

-Lucien… - giré mi cuerpo totalmente para verle la cara, y el hizo lo mismo. – ¿quieres hacer esto? ¿Rescatar a Sophie?- el me miro y sin titubear, sin ni siquiera pensarlo y sin tiempo para respirar me respondió –estoy dispuesto a salvarla de lo que sea- me acerque y le di un abrazo.

-entonces necesitaras una buena vestimenta y buena protección.-





-listo- dije mirando mi creación con orgullo.

-se ve bien- dijo Raphael cruzado de brazos, imaginaba que se encontraba algo frustrado por que no se le ocurrió a él.

El niño se encontraba vestido con unos pantalones caqui negros y una camisa blanca siendo cubierta por una armadura plateada creada especialmente para proteger a los ángeles de ataques con cualquier tipo de magia, llevaba una daga en un costado atada a su cinturón y una espada del otro lado de tamaño mediano.

-otra cosa, no debes acercarte a ningún lugar que esté oscuro, ni hablar con extraños, y cuando te encuentres con Sophie solo destapa esto y tómalo entre tus manos con mucha fuerza, solo piensa en nosotros y de inmediato estarás de vuelta- Raphael se acercó a Lucien y le entregó un estuche de tamaño mediano. Sabía lo que era. Ya me lo había dado una vez, cuando me estaba preparando para la primera prueba de un potente medicamento, en donde tenía que ir a central Park, Nueva York y pasar acampando un día entero para ver si sobrevivía a las infecciones que cubren ese ambiente, Rapahel me dio un estuche igual al que le está dando en estos momentos a Lucien, en el había una pluma blanca.

Lucien ya estaba por abrir el estuche cuando Raphael lo detuvo.

-solo lo abrirás cuando estés en problemas, o cuando Sophie esté contigo, de resto tienes que tenerlo guardado sin ningún contacto con tu piel.-

-está bien- dijo decidido.

Una sonrisa se extendió por mi rostro, no sé si era por orgullo o por estar seguro que de él la encontraría.

-bien, manos a la obra- Raphael apoyo la palma sobre la cabeza de Lucien y éste se me quedo mirando con una nostalgicamente. Yo le dedique una mirada consoladora y el pareció captarla pues luego se encontraba de vuelta rosando la confianza.

Un torbellino giro alrededor del niño, era azul con destellos dorados y en el aire, los símbolos de la oración transportadora, comenzaron a surgir.

Percibí atreves de esos colores como Lucien se reÍa con soltura, apretando el estuche negro contra su pecho.

-buen viaje amigo- susurre cuando el torbellino de luces y letras se lo llevó por completo, dejando en el ambiente la cálida risa de un niño valiente.

1 comentario:

  1. me encanto el final y muero por saber que es lo que pasa cn Sophie! y que valiente es Lucien! y comprometido; me encanta su manera de quererla.
    Y que Bart haya admitido que le gustaba sophie... inigualable! sobre todo porque al parecer la ama mucho.
    Muero por leer el proximo capi y sacarme las dudas de que es lo que pasa cn todos :S
    Besoos!
    PD: Con respecto a lo de los personajes de tu historia, el dibujo, creo que podria intentar dibujar a sophie e intentar dibujar a bart (me cuesta dibujar mas a los hombres porque me quedan afeminados XD) pero creo que con sophie no habria problema :)

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